AHORA NO ME VES: Un thriller que crea buenas atmósferas
Un clásico monstruo de Universal tiene una nueva chance de la mano de este thriller terrorífico que pone el acento en la violencia contra la mujer.
El mandato cinematográfico de la década pasada parecía ser que cada estudio debía probar suerte con su propio “universo compartido”, no necesariamente superheroico. Algunos fueron por esa vía, otros le apostaron a los kaijus destructores, y Universal Pictures decidió desempolvar a sus clásicos monstruos, los mismos que se convirtieron en marca registrada de la compañía allá por la década del treinta. Así, “Drácula: La Historia Jamás Contada” (Dracula Untold, 2014) intentó convertirse en la punta de lanza de un Dark Universe moderno, donde estas figuras legendarias adquirían un nuevo significado o, al menos, una mirada diferente para estos relatos tan conocidos.
La película de Luke Evans no consiguió hacer gran cosa con este emprendimiento terrorífico y el segundo intento, “La Momia” (The Mummy, 2017) de Tom Cruise, terminó por hundirlo después de presentar en sociedad a sus futuros protagonistas: Javier Bardem como el monstruo de Frankenstein y Johnny Depp en la piel del Hombre Invisible. El fracaso estrepitoso de la aventura dirigida por Alex Kurtzman, uno de los arquitectos de este universo cinematográfico, archivó todos los proyectos y cambió las riendas de la franquicia.
De la mano de Jason Blum y su productora Blumhouse Productions -casa matriz de varias sagas de terror de bajo presupuesto como “La Noche del Demonio” (Insidious), “12 Horas para Sobrevivir” (The Purge), “Feliz Día de tu Muerte” (Happy Death Day) y “Sinister”, entre otras-, el Dark Universe tiene una segunda oportunidad que arranca con “El Hombre Invisible” (The Invisible Man, 2020), thriller de ciencia ficción que reimagina el clásico literario de H. G. Wells y muchas de sus adaptaciones fílmicas.
Leigh Whannell, actor, guionista y director, artífice de la saga de “El Juego del Miedo” (Saw) junto a James Wan, se carga esta historia de suspenso al hombro, corriendo el ángulo de atención del personaje del título hacia su víctima, Cecilia Kass (Elisabeth Moss), protagonista que intenta escapar de una relación tóxica y abusiva. Esta metáfora poco sutil sobre los tiempos que corren, y la importancia de visibilizar la violencia contra la mujer en la era del #MeToo y el Time’s Up, es la gran excusa para crear un relato de suspenso muy bien llevado en ritmo y atmósfera, que nos hace dudar (y temer) hasta de nuestra propia sombra.
Puede que Cecilia no esté alucinando... ¿o sí?
Todo arranca una noche muy bien planificada, cuando Cecilia logra finalmente escapar de la aislada mansión costera que comparte junto a su controlador esposo Adrian Griffin (Oliver Jackson-Cohen), un adinerado y brillante científico experto en el campo de la óptica. Con la ayuda de su hermana Emily (Harriet Dyer), Kass se refugia en la casa de James Lanier (Aldis Hodge), detective de la policía y un viejo amigo desde la infancia que junto a su hija adolescente le dan la contención necesaria durante este periodo de transición.
Igual, Cee no deja de estar aterrada y apenas abandona la casa por miedo a las represalias. Todo cambia semanas después de su partida, cuando se entera que Adrian cometió suicidio dejándole una gran parte de su fortuna, la cual solo podrá aprovechar si sigue ciertas demandas. Hasta ahí, todo bien, y el alivio parece haber llegado finalmente a su vida, pero Kass no puede dejar de sentir la presencia invasiva de su ex, paranoia que empieza a complicar su día a día, sus ofertas de trabajo y sus relaciones más estrechas.
La tecnología la servicio de los nuevos villanos
Conociendo de lo que es capaz su marido, Cecilia no puede alejar la sospecha de que su muerte no fue más que una farsa, creyendo que Griffin encontró la manera de torturarla sin que nadie pudiera verlo, posiblemente con la complicidad de su hermano Tom (Michael Dorman). Pronto, una serie de extraños sucesos pone en tela de juicio la sanidad de la chica, ya sea para las autoridades, sus seres queridos y el espectador, que intenta resolver qué es verdad y qué es alucinación en este juego macabro.
“El Hombre Invisible” juega con todos los tropos conocidos del thriller y el terror psicológico, construyendo una trama sólida, atrapante y entretenida aunque no pueda evitar algunos lugares comunes. Sus inconsistencias y algunas previsibilidades son apenas detalles menores que se pueden dejar pasar gracias a los climas de tensión y el buen manejo de la cámara (sobre todo de los espacios) que nos presenta Whannell, siempre con la ayuda de su director de fotografía (Stefan Duscio), el diseño de producción de Alex Holmes y la banda sonora de Benjamin Wallfisch, elementos que se conjugan para incomodar durante dos horas película que no dan respiro.
Rodeate de gente que te quiera... y te crea
Ayuda tener a Moss como cara más visible y dramática de esta historia, a pesar de que ya la hayamos visto pasar penurias parecidas (o peores) en las tres temporadas de “The Handmaid's Tale”. También que el realizador no pierda tiempo en esclarecer a este villano (es un hombre invisible), corriendo cualquier aspecto sobrenatural a un plano científico que puede explicarse en apenas un par de escenas. Esta es la película de Cecilia batallando contra sus miedos y la imposibilidad de recuperar una vida normal cuando todavía la ronda el fantasma del abuso constante, un fantasma mucho más tangible que cualquier espectro o monstruo clásico que supo alimentar nuestras pesadillas.