El hombre invisible es uno de los monstruos clásicos de Universal y, por supuesto, de Hollywood.
Se han hecho varias películas que lo han retratado con diferentes orígenes y tonos.
Este estreno iba a ser parte del Dark Universe de Universal Studios, aquel que comenzó con la fallida La Momia (2017), protagonizada por Tom Cruise, y que iba a desarrollar películas por separado de Drácula, Frankenstein, El Hombre Lobo, Dr Jekyll/Mr Hyde y El Hombre Invisible, para luego juntarlos en un solo film al mejor estilo Avengers.
Como la franquicia no terminó de arrancar se cancelaron varios proyectos y a algunos se les dio otro enfoque, tal como ocurre aquí. Como resultado nos encontramos con una buena película de terror psicológico que tensiona bastante de principio a fin, gracias a su muy lograda atmósfera.
El director y guionista Leigh Whannell, quien ya se había probado con la tercera entrega de la saga Insidious (2015) y Upgrade (2018), le escapa a muy bien a todos los clichés del género.
Asimismo, y con mucha pericia, se apoya por completo en la protagonista.
Es Elizabeth Moss quien carga y realza por completo este film.
Sin dudas es una de las mejores actrices en actividad y lo demuestra en cada producción en la que participa, ya sea para cine o TV.
Tampoco es casual su elección, dado al enfoque coyuntural feminista que tiene la película. Lo cual aquí no está para nada forzado y es un plus.
En definitiva, es una buena película para disfrutar en una sala de cine. Te tensionás y metés de lleno en la historia.