Gaslighting nivel dios
En medio de la noche y con sumo cuidado, Cecilia (Elisabeth Moss) lleva adelante un plan que evidentemente pensó hace un tiempo para escapar de su abusivo marido Adrian (Oliver Jackson-Cohen).
Con ayuda de su hermana Emily (Harriet Dyer), abandona la lujosa mansión y se esconde durante semanas sin perder nunca el temor de que Adrian la está vigilando a la espera de un momento apropiado para atacarla. Refugiada por James (Aldis Hodge) y su hija Sydney (Storm Reid), Cecilia solo recupera un poco la calma cuando recibe la impactante noticia de que Adrian fue encontrado muerto en su casa en un evidente caso de suicido, dejándole a ella una importante suma de dinero a modo de herencia que le permitiría reconstruir su vida.
Ella tiene sus reparos ante la historia oficial, convencida tras padecer años de abusos físicos y psicológicos: su ex sería capaz de haber fingido su propia muerte solo para torturarla. Aún más incrédulo se vuelve su entorno cuando ella afirma que, además, encontró la forma de hacerse invisible y que la está acechando haciendo uso de su invención.
Esta nueva versión de El Hombre Invisible no guarda relación con la historia original de H. G. Wells y ni siquiera está contada desde su punto de vista, sino desde los ojos de su víctima.
En una alegoría muy directa de lo que implica escaparle a una relación abusiva, especialmente cuando se trata de alguien con tanto poder como Adrian, Cecilia ve atacada su cordura y sus relaciones por esta presencia capaz de menoscabar su credibilidad o sabotear sus planes, sin poder demostrar que hubo alguna intervención ajena.
Con metódica paciencia Adrian le va cerrando todas las puertas, dejándola sola para hundirla en la desesperación; todo con el plan de finalmente quebrar su voluntad. No le interesa herirla físicamente sino desarmar toda la estructura de sostén que le permitió escaparse de él, por lo que gran parte de la tensión que va construyendo la película no tiene que ver con efectos especiales, combates ni sobresaltos, sino con un gran trabajo de Moss y del director para transmitir la desesperación y el miedo que sufre su personaje aunque esté completamente sola en pantalla, cargándose al hombro de manera destacable todo el peso de una historia que deja algunos puntos sin explicar satisfactoriamente.
Como viene haciendo usualmente Blumhouse con sus largometrajes para cine, El Hombre Invisible es una producción que no derrocha recursos innecesarios pero explota al máximo los que tiene para sacarle el mayor rédito. Por eso, en vez de construir un enemigo en CGI simplemente construye la tensión con su ausencia, dejando siempre abierta la posibilidad de que realmente no esté en la habitación acechando, porque en el fondo una vez que establece su existencia no lo necesita para aterrar a su víctima.
Cada detalle eventualmente significa algo o regresa para justificar otra acción, con una dirección de arte que narra junto con los personajes y una fotografía que genera claustrofobia con planos largos hasta en las escenas de acción. Remarcan esa sensación de impotencia que oprime a Cecilia o a cualquiera que se enfrente a esa amenaza invisible, capaz de hacer lo que quiera sin que nadie pueda impedírselo, logrando una propuesta bien ensamblada que resulta ser más que la suma de sus partes individuales.