En la escena inicial de El hombre invisible una mujer escapa de su moderna mansión frente a la Bahía de San Francisco. Se la nota aterrada porque no quiere que su marido despierte. Es una escena de gran suspenso que consigue pintar por completo la situación. Ella escapa de un hombre que la aterroriza, un multimillonario experto en nuevas tecnologías ópticas. Todo eso se entiende mientras ella consigue a duras penas escapar. Si quedaba alguna duda, al subir al auto de su hermana él viene detrás persiguiéndolas.
Versión absolutamente libre pero inspirada en el gran clásico El hombre invisible (1897) de H. G. Wells, la película resuelve con inteligencia dos cosas. La primera es actualizar una historia tan conocida para darle un sentido y un interés renovado, y la segunda es la explicación acerca de la invisibilidad del título. Ambas cosas se logran y le permiten a la película funcionar.
La violencia de género en el centro de la trama es una gran idea. Podrá ser oportunista el subirse a una temática tan actual, pero eso es lo que han hecho las películas desde el comienzo de la historia del cine. La historia consigue que la protagonista tenga mucho miedo incluso antes de la invisibilidad del título. Su inseguridad, su soledad frente a un mundo que no le cree, su vulnerabilidad, todo eso funciona para el personaje y para la película. Y en cuando al recurso que hace invisible al personaje del título, también está logrado y se hace razonable para el espectador.
A estas dos cosas combinadas se le suma lo mejor que tiene la película y es su desesperante suspenso. Mientras que todos creen que su marido ha muerto, ella está convencido de que está vivo. Ella ve las pruebas de que, de alguna manera, él se ha vuelto invisible y la persigue. Para cualquier ser humano normal esto es imposible, pero tanto para ella como para los espectadores, no hay duda de lo que estamos presenciando. También entendemos porque nadie le cree, pero al tener la misma información que ella sufrimos junto con ella.
Lamentablemente el desenlace de la historia no está ni cerca de lograr mantener el nivel de todo lo analizado hasta acá. Se vuelve rutina, explicación, vuelta de tuerca e incluso contradictorio e inaceptable. El hombre invisible pudo haber sido un nuevo clásico, pero se transforma en un film más debido a ese final alargado, forzado y subrayado. Subestimar al espectador no es una buena forma de cerrar una historia. No solo parece que nos tienen que explicar demasiado, sino que además nos bajan línea. El entretenimiento en estado puro se arruina y el contenido ideológico del film que ya habíamos entendido y disfrutado nos lo presentan en un cartel de neón gigante que nos repite lo que ya sabíamos. Una pena, porque todo lo demás está muy bien.