Garras y aullidos a la luz de la luna
Aceptable versión del mito del hombre maldito que se convierte en lobo en las noches de luna llena. El mayor problema que tienen estas realizaciones sobre monstruos clásicos como Drácula, Frankenstein o El hombre Lobo es que ya no asustan. Y esta versión, filmada por Joe Johnston (Jurassic Park III), corre la misma suerte,
El foco está puesto, sin dudas, en el espíritu de aventuras y en las tonalidades lúgubres que recorren el relato. Como película de aventuras, El hombre lobo supera a la versión protagonizada por Jack Nicholson, pero tambiérn se extraña a Lon Chaney, con su monstruo más ingenuo de la década del cuarenta.
Benicio Del Toro es Lawrence Talbot, un noble que regresa a la mansión de su padre (Anthony Hopkins) luego de la desaparición de su hermano. El deberá descubrir el misterio que encierra su familia (con pasado trágico) y el horror que baña de sangre a los aldeanos, quienes mueren de manera misteriosa.
Este Hombre Lobo tiene mucho de La layenda del jinete sin cabeza en la construcción de los climas; el ritmo de persecuciones de La liga extraordinaria y las garras menos afiladas que Wolverine. Aún así, atrapa al espectador y lo sumerge en la maldición de los personajes. Y guarda un as en la manga.
Las transformaciones de Talbot en la bestia recuerdan a las de El hombro Lobo americano en Londres, Y no es casual, el responsable de los efectos es Rick Baker. Las peleas, la secuencia del asilo (la mejor del film) o el enfrentamiento final permiten apreciar cien minutos de buen entretenimiento. No hay que esperar muchos sobresaltos. Y de paso, disfrutar de los intérpretes secundarios: Hugo Weaving (Matrix) y Geraldine Chaplin, en el papel de una visionaria gitana.