Los gritos del silencio
Por más que los trascendidos de Hollywood sobre este film no eran demasiado alentadores (incluso su estreno se fue demorando más de lo debido), la presencia como director de Joe Johnston (que tiene en su haber varios films atendibles como Rocketeer, Cielo de Octubre y Jurassic Park III) permitía cierto margen para la ilusión. Sin embargo, la decepción es casi absoluta. Aquí, cinco razones posibles (seguro que hay más):
1- Guión: esta nueva versión del film escrito en 1941 por Curt Siodmak y protagonizado, entre otros, por Lon Chaney Jr, Claude Rains y Bela Lugosi es todo lo elemental, torpe, obvio, solemne (y más) que se puedan imaginar.
2- Casting: Benicio Del Toro parece el menos indicado para interpretar a un inglés de la Inglaterra victoriana de 1891 y ni siquiera se esforzó por imitar el acento de la época y el lugar. Emily Blunt tiene cero química con él y Anthony Hopkins, en el papel del despiadado padre de la familia "maldita", trabaja a reglamento y, debe admitirse, zafa bastante.
3- Dirección: Si alguien alguna vez pretendió encontrar en Joe Johnston alguna marca autoral, cierta reivindicación de su clasicismo narrativo, aquí su trabajo queda reducido prácticamente a la nada. Un relato informe (ni siquiera deforme), sin vuelo y sin gracia. Hay excesos gore (vísceras por doquier) pero ni medio gramo de ironía o inteligencia.
4- Edición: La película parece haber sido reeditada (cortada) demasiadas veces y, por lo tanto, la cosa no fluye como debería. No quedará, sin dudas, entre lo mejor de la carrera del gran Walter Murch, habitual ladero de Francis Ford Coppola.
5- CGI / maquillaje / Diseño / Música. A pesar de haber contado con la participación de indudables talentos como el fotógrafo Shelly Johnson, el músico Danny Elfman, el apuntado compaginador Walter Murch o el diseñador Rick Heinrichs, el film ni siquiera resulta demasiado novedoso o espectacular en su aspecto técnico, probablemente más por las carencias generales del relato que por la incapacidad de sus responsables.
Esto es todo. Y es poco.