La antesala del antiterrorismo.
Retomando definiciones que caracterizaron a los jacobinos en la Revolución Francesa y a los grupos guerrilleros durante el siglo XX, los equipos de inteligencia de los Estados Unidos decidieron imponer en las cadenas mediáticas el concepto de “terrorismo” como definición de toda forma no pasiva de resistencia por parte de los regímenes que se les oponían con vistas a aprobar presupuestos para combatir la supuesta violencia con más violencia desviando dinero hacia la industria armamentista, más allá de cualquier opinión que se pueda tener de los grupos que encauzan sus proyectos políticos bajo medios armados.
El Hombre más Buscado (A Most Wanted Man, 2014) es una adaptación cinematográfica de la novela homónima del escritor de novelas de espionaje inglés John le Carré. La película narra la conexión que Günther Bachmann (Philip Seymour Hoffman), el director de una agencia antiterrorista europea, establece entre dos personajes vigilados por sus conexiones con el mundo islámico en Hamburgo, una ciudad portuaria y cosmopolita alemana. Mientras investiga con su grupo a Issa Karpov (Grigoriy Dobrygin), un checheno acusado de actividades terroristas que busca asilo en Alemania a través de una joven abogada especializada en derecho inmigratorio, Bachmann busca el vínculo de un conocido promotor de la paz en Medio Oriente con Al Qaeda.
Navegando en escenas y diálogos incompletos, la película pretende crear una atmosfera de suspenso sin lograrlo, lo que provoca que la historia pierda fluidez y se diferencie para mal de El Topo (Tinker Taylor Soldier Spy, 2011), otra conocida novela del británico y una extraordinaria adaptación a cargo del sueco Tomas Alfredson. Las decisiones de Anton Corbijn con respecto al guión van minando el interés y la labor de los actores mediante constantes primeros planos que pretenden respetar el detallismo de la novela, derivando en redundancias y reiteraciones con largas escenas que van diluyendo la trama sin profundizar en las intenciones de los protagonistas.
A pesar del extraordinario elenco, en el que se destaca el fallecido Philip Seymour Hoffman como un agente antiterrorista que navega entre la frustración, la responsabilidad y la presión, El Hombre más Buscado pierde el rumbo del espionaje en los diques de Hamburgo y en las redes de la cooperación internacional, principalmente por la tibieza de la dirección y esos “efectos artísticos” innecesarios que el suspenso no precisa.