Desafortunadamente, en los últimos años no ha sido para nada habitual que llegue a la Argentina cine producido en Italia. Por eso es una auténtica curiosidad que los dos únicos largometrajes de un director de Cagliari que ni siquiera es muy popular en su propio país ya se hayan estrenado aquí. Esta segunda película de Paolo Zucca mantiene el tono de humor grotesco de su debut ( El árbitro, de 2013), pero le agrega a la comedia de trazos gruesos la rutinaria historia de autodescubrimiento de su protagonista, un atípico agente secreto que debe lidiar con su torpeza para cumplir con cierta eficacia una misión especial: encontrar al presunto comprador de la Luna (¡!) afincado en Cerdeña.