Una ensoñación oriental
“El hombre que podía recordar sus vidas pasadas” es como un provocador responso de casi dos horas de Boonmee, un granjero de Tailandia con una enfermedad que sabe que lo va a matar. El director Apichatpong Weerasethakul usa la agonía sólo como el punto de partida para hablar de un aspecto de la espiritualidad oriental. El año pasado el festival de Cannes otorgó a “El hombre...” la Palma de Oro, su máxima distinción. Es improbable que este filme hubiese llegado al circuito comercial sin la bendición del máximo festival francés, a pesar de lo cual lo hizo en un número restringido de salas. Con climas bien logrados, buenas actuaciones y mejores intenciones que resultados, la película tiene el aspecto de una ensoñación que evita deliberadamente, a veces de forma grotesca y otras genial, el contacto con la racionalidad.