Detrás de esta obra previsible, aburrida, llena de golpes bajos y de una excesiva puesta lacrimógena, parece que no estuviera Hany Abu-Assad, creador de grandes títulos e historias atrapantes. El intento por encontrar en el manual de estilo de los biopics de superación una respuesta para potenciar el relato, se termina por abusar de un cine ya visto miles de veces y que no aporta nada nuevo, ni siquiera para reflexionar sobre la zona en conflicto de la que habla.