A Jaques Tati se le desvaneció la ilusión del Music Hall
Sophie Tatischieff le pidió a Sylvain Chomet que se hiciera cargo de llevar a la pantalla la historia que su padre, Jacques Tati, no había filmado. Se trataba del guión “Film Nº 4”, escrito en 1956 que estaba depositado en la Cinemateca de París.
Chomet es un dibujante de historietas que también desarrolla la realización de cine de animación y que obtuviera con su obra “Las trillizas de Belleville” (2003) dos nominaciones al Premio Oscar. También ha incursionado en el cine de acción real al participar con el segmento “Distrito 7” en la película “París, je t´aime” (2005).
Se comenzó el proyecto retitulando a “Film Nº 4” como “L´ilusioniste” y fue presentada como obra cinematográfica de animación en la Berlinale 2010.
La historia, fue reelaborada en algunos aspectos para remarcar de manera extrema la nostalgia que Tati sentía por el género del “Music Hall” del que fuera destacado actor antes de dedicarse a la cinematografía.
Chomet utilizó para dibujar al protagonista la imagen de Jacques Tati y también su verdadero nombre, no hay que olvidarse que el autor del guión lo escribió pensando que él mismo lo interpretaría.
La acción está ubicada en 1959 cuando el ilusionista Tatischieff comienza a percibir que el Music Hall ya no tiene respuesta en los espectadores y que éstos cada vez son más escasos. Comprueba que en contraposición los grupos de “rock” llenan los teatros y rápidamente desplazan a los artistas de “varieté”.
Decide proseguir con su carrera en Edimburgo y hasta allí viaja para presentarse en “pubs”. En el hotel en que se aloja también están otros artistas de “variedades”. Todos se resisten a aceptar que “su” género artístico está en plena agonía.
La mucama del hotel, una joven a punto de convertirse en mujer, cree inocentemente que los trucos de Tatischieff son verdaderamente “mágicos”. Y cuando el ilusionista abandona la ciudad para trabajar en otros lugares, la muchacha lo sigue convencida de que la “magia” solucionará todos los inconvenientes que puedan presentarse en la vida.
La relación entre el hombre y la joven está planteada como la de un padre que necesita proteger y una hija que necesita ser protegida.
Ella comienza a descubrir las cosas “mágicas” de la vida y él ya sabe que en la vida no hay “magia” sino que la única alternativa para sobrevivir es afrontar la realidad.
La historia en su trama y subtramas está bien contada, la expectativa por un final (que sea lógico) se mantiene a lo largo de todo el desarrollo.
Aunque se haya utilizado la animación se ha respetado el estilo narrativo de Jacques Tati que se basaba en la acción visual, sin diálogos pero respaldándose en sonidos guturales y de ambiente a lo que sumaba la música incidental.
El realizador Chomet trabajó técnicamente con efectos digitales fijos para las “escenografías”, y con animación manual para las acciones de los personajes con soporte ink “acuarelado” que da al espectador la plena sensación de estar viendo una obra contenedora de recuerdos que fueron muy valiosos para el autor del guión.
Como un tributo (obviamente esperable) aparece una escena de la película “Mi tío” en la que se puede ver a Jacques Tati en el centro de la acción de la película que dirigió en el año 1958, considerada la obra emblemática de su carrera.
Toda esta realización cinematográfica de animación está impregnada de una poética melancolía.
Quizá sea más apreciada por los espectadores mayores de 50 años pero disfrutada por los de todas las edades.