El ilusionista es el nuevo trabajo del cineasta francés Sylvain Chomet, quien dirigió hace unos años Las trillizas de Belleville, que terminó nominada al Oscar.
En esta oportunidad presenta una película de un tono más melancólico que su trabajo anterior, que se destaca por una cuestión en particular.
La historia está basada en un guión incompleto de Jacques Tati, quien es considerado uno de los mejores directores en la historia del cine.
Su caso es interesante porque le bastaron seis películas apenas para dejar una huella importante en este arte.
Tati fue un director que se destacó por hacer comedias super populares, que fueron muy exitosas entre 1949 y 1974, como “Las vacaciones de señor Hulot”, que tuvo tres secuelas.
Estos filmes se caracterizaron por presentar historias muy graciosas que hacían hincapié en los chistes visuales y la comedia física, como en las viejas películas de Chaplin o Buster Keaton.
Inclusive las ves hoy y siguen vigentes porque son muy divertidas.
Tati, que interpretaba al señor Hulot, prácticamente no usaba diálogos en sus trabajos y se centraba en la sátira visual.
Menciono esto porque el cine de Chomet está totalmente influenciado por el arte de Tati, más allá que en este caso se inspirara en un guión incompleto del viejo Jaques.
De hecho, en La trillizas de Belleville hay referencias a las películas del señor Hulot.
El Ilusionista desde lo argumental no tiene la misma fuerza que el film anterior del director, que era mucho más divertido.
En este caso salvo por dos personajes, todas las personas que aparecen en la historia son absolutamente deprimentes. Es como que a Chomet le pintó el bajón y mató sus penas escribiendo esta historia, que de haber sido dirigida por Tati, no tengo duda hubiera resultado más divertida.
Lo mejor del film es el trabajo de animación. Con las películas de Chomet pasa algo muy similar a lo que ocurre también con los filmes de Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro), donde los escenarios y los extras en la trama tienen un realismo poco habitual en este género cinematográfico.
En el caso de El ilusionista, cuando el director retrata esos fabulosos paisajes europeos, los detalles en los dibujos son tan abundantes que no parece que estuviéramos viendo una película animada.
La otra virtud del film es la dirección. Prácticamente sin diálogos, Chomet se las ingenió para hacer llevadera la trama desde lo visual como en los viejos dibujos animados.
Este estreno, al menos en la copia que pude ver yo, no viene con subtítulos pero eso no afecta en ningún momento la comprensión de la historia, justamente por el gran trabajo que hicieron con la dirección.
Para los amantes de la animación es una propuesta que no se puede dejar pasar, ya que son esa clase de películas que no llegan con frecuencia a los cines y hay que aprovechar.
Hugo Zapata
EL DATO LOCO:
Hay un momento en que el protagonista entra a un cine y se puede ver la escena de una película. Ese fragmento (que por cierto quedó muy bien editado dentro de esta historia) corresponde a “Mi tío” (1958) de Jacques Tati y es la secuela de “Las vacaciones del señor Hulot”.