Como M, de Nicolás Prividera; y Los rubios, de Albertina Carri, este documental es un intento por reflexionar sobre el pasado familiar y reconstruir una historia personal, social y política.
Norberto Habegger, padre del director, fue un reconocido periodista y alto dirigente montonero que desapareció en Brasil en 1978 luego de permanecer durante mucho tiempo en la clandestinidad. Andrés tenía apenas 9 años entonces.
El realizador de (H) Historias cotidianas (2001), Imagen final (2008) y D-Humanos (2011), que aquí también es protagonista y motor del relato, reconstruye su propia infancia en Argentina y en el exilio en México (encuentra unos diarios infantiles suyos que ni siquiera recordaba y los utiliza como "ayuda-memoria" y base de ese rearmado del rompecabezas personal), la relación a distancia con su papá (con las pocas cartas que le enviaba) y apela a simpáticas home-movies, a los escasos materiales de archivo existentes sobre Norberto y a testimonios de familiares (conmovedor el de la madre), amigos y compañeros de militancia de su progenitor.
Más allá de ciertas indecisiones (por pruritos o pudores) por parte del director a la hora de ubicarse en cámara y sostener con convicción el lugar del narrador/protagonista, se trata de un interesante viaje histórico y político a la violencia de la década de 1970, pero sobre todo de una mirada íntima, emotiva y desgarradora a las heridas aún abierta que dejó en el terreno humano.