Tras los pasos del padre desaparecido
Este documental es un conmovedor ensayo sobre la memoria, y un retrato de la vida de un hijo de militantes en los años ‘70.
Andrés Habegger vivió su infancia durante los ‘70 y ahora, como otros cineastas de su generación -Mariana Arruti, Albertina Carri, Nicolás Prividera, Benjamín Avila- intenta reconstruir mediante su trabajo una familia destruida en esos años violentos. “¿Cómo filmar lo que no está, lo que no tiene forma, lo que falta?”, se pregunta al principio de su viaje, físico y espiritual, en busca de los rastros de su padre Norberto, dirigente montonero secuestrado en Brasil y posiblemente asesinado en la Argentina en 1978, en el marco del Plan Cóndor.
Ya había hecho documentales de temática similar -como Historias cotidianas o el notable Imagen final-, pero ahora Habegger decidió encarar su propia historia, y en primera persona. El director tenía nueve años cuando vio a su padre por última vez, pero sus recuerdos de él son vagos, prácticamente inexistentes. Para hacerlos resurgir desde un rincón de su inconsciente, cuenta con unos pocos elementos: fotos, cartas, un diario íntimo. Ayudado por esos souvenires, trata de reconstruir el vínculo que tenía con él y, también, momentos borrados de su niñez.
Así, asistimos a una ceremonia íntima, no exenta de angustia, en busca de conjurar ese antiguo dolor. El director se conmueve y, por momentos, conmueve: estremece escuchar lo que escribía ese chico exiliado en México, mientras su padre vivía clandestino en la Argentina: el miedo a que su madre no llegara; la preparación, en soledad, de la cena. También, el diálogo que Habegger tiene ahora con su madre, a quien le cuestiona la decisión de haber pasado a la clandestinidad teniendo un hijo. “No termino de entender cómo se filma la ausencia”, dice cerca del final. Pero lo logró.