Breaking más o menos bad
Y sí, El infiltrado es una de esas películas en las que el amable ciudadano blanco norteamericano tiene que hacerle frente al mal representado por la droga -la DROGA así dicho con mayúsculas- y su nexo inevitable: los negros, la marginalidad, los latinos. Ya lo sabemos, hay toda una corriente de un cine norteamericano reaccionario o con una mirada centralista exacerbada, explícita o implícitamente: El infiltrado, en ese sentido, es bastante moderada pero no deja de sostener ciertos estereotipos y paradigmas nocivos. Dicho todo esto, y marcando de forma precisa nuestra distancia ideológica con el film, hay que reconocer que contra muchos prejuicios que uno podía tener antes de verla, la película de Ric Roman Waugh y protagonizada por Dwayne Johnson, funciona bastante bien como thriller con ribetes dramáticos, con una historia concentrada en su personaje principal y sin ampliar mucho la mirada para no caer en tentaciones peligrosas.
El film es como la serie Breaking bad, pero más moralista y menos oscura. El tópico es bastante usual, un hombre común se debe meter en el bajo mundo delictivo para resolver un conflicto que siempre, pero siempre, es justificación. Lo que hace la serie de Vince Gillian es mostrar que atravesado ese límite, es muy difícil regresar al lado “bueno”. El infiltrado, por el contrario, muestra un descenso hacia un infierno no tan profundo y todo lo tiñe la necesidad de ese padre por sacar a su hijo de la cárcel. En todo caso evita una sordidez excesiva, y nos dice que su protagonista nunca pierde el centro de su “bondad”. Por más dinero y falopa que le metan en su camión, el buenazo de John nunca caerá en la tentación. Hay que tener en cuenta, también, que el film está basado en una supuesta historia verídica. Póngale usted entonces que, más o menos así, ocurrieron las cosas
Esa moderación que decíamos es también la del relato, que Roman Waugh trabaja con amabilidad de artesano. Uno podía imaginar -más teniendo presente el tráiler- que el protagonista andaría a los tiros por ahí para rescatar a su hijo. Pero lejos está el film de convertirse en una más de vengador anónimo: El infiltrado es una película que -como buen Americano- cree en las instituciones (ahí tienen una DEA que actúa con precisión), respeta los mecanismos de la justicia, aunque también se permite cierta ironía ante argucias como las de poder armarle una causa a otro con el fin de lograr una reducción de la pena propia.
La falta de acción -que tardará en llegar, y lo hará sobre el final con una secuencia que funciona como un Duro de matar con Rivotril-, entonces, avanza en la necesidad de un componente dramático mayor y de un buen manejo de las herramientas del thriller. Y el director saca buenos resultados de una presencia particular como la de Dwayne Johnson, habitual del cine de acción pirotécnico pero lejos siempre de un producto que requiera un compromiso emocional más amplio. Johnson, que realiza aquí su apuesta y no desentona, brinda una actuación consistente y hasta sale bien parado cuando tiene delante un monstruo como Susan Sarandon, que aquí pone el piloto automático y construye un personaje con una malevolencia asordinada que choca contra el resto del film, más liso y plano. Con estos elementos -y no mucho más- El infiltrado es un moderado entretenimiento, que supera un poco sus propias limitaciones: las de drama de la semana y la de policial reaccionario.