La delgada línea de la justicia
El estreno de El Infiltrado (Snitch, 2013) con Dwayne "The Rock" Johnson es, en algún punto, la confirmación de La Roca como estrella. Al igual que Jason Statham, es uno de los pocos que quedan de la estirpe de más músculo y menos expresión. Heredero de la generación del 80´ (que hoy está teniendo un revival a puro inflador y botox), hace unos años que Johnson se transformó en un elemento inflador de películas. Su incorporación a la saga Rápido y Furiosos y Gi-Joe las llevó a un nuevo nivel del éxito donde aceptó ocupar un rol complementario para aportar carácter y carisma (tampoco le pedimos demasiado). Seguramente es por el éxito local de la saga de corredores furiosos que llega a la pantalla un film como El Infiltrado, pero sorpresa, no es una de acción desbocada en lo más mínimo.
La película comienza con Jason Collins (Rafin Gavron) en comunicación online con su mejor amigo Craig (James Allen McCune). Este le pide recibir en su casa un cargamento de droga, necesita que las retenga solo por unos días, y de paso, le da la opción de pasarla bien. Jason duda, pero la curiosidad y el descreimiento de que pueda ser apresado le juegan una mala pasada. El cargamento viene con la DEA escondida y queda pegado a la transacción de narcotráfico. La infamia de la circunstancia es que a Jason, al igual que lo que le habían ofrecido a Craig (y por lo que cayó Jason), le dan la opción de entregar a otra persona vinculada a la drogas para la reducción de su condena mínima (la ley en Estados Unidos dicta un mínimo de 10 años de cárcel para estos casos). Todo sea por utilizarlo como eslabón para llegar a un narcotraficante mayor. Sea un pichón o un capo, lo que interesa es salvar el pellejo a costa de sacrificar a un tercero. La aparición de nuestro protagonista John Matthews (Dwayne Johnson, aquí la idea de "La Roca" queda lejos) es en el lugar de empresario exitoso y trabajador, un hombre que se pone de igual a igual con sus empleados. Antiguo camionero, hizo su fortuna con esfuerzo y nos tira en cara al self-made man americano, ese que debe transpirar para cumplir el sueño americano (que siempre está al alcance del justo). El es el padre de Jason con su antigua mujer pero ahora vive con su nueva familia en una mansión. Como padre distante, siente su falla y necesita equilibrar las cosas en su conciencia. Por eso ocupa el lugar de su hijo en delatar gente, llevándolo a profundizar cada vez más en su intento de atrapar algún criminal de calibre para salvar a su hijo que la pasa jodido en la cárcel. Esta inverosímil solución (si no estuviera protegido por la placa del comienzo del film de "basado en hechos reales") surge de una negociación con la fiscal del distrito (Susan Sarandon) y con un agente de narcóticos que trabaja de encubierto (Barry Pepper).
Para aquellos que esperan un film vertiginoso a puro golpe puede resultar una decepción, está no es la típica película de testosterona. Hay adrenalina (y en algunos momentos de la buena) porque John Matthews es un hombre común, y a pesar de ser una mole (en algún punto es un desperdicio tener a La Roca y no descargar esa furia), da con el papel de hombre que no puede entender ni controlar lo que pasa a su alrededor. Johnson alcanza el objetivo de mostrarse como un padre sobrepasado por las circunstancias (con las limitaciones pertinentes) sirviéndose más del entorno familiar que de las escuetas escaramuzas y la persecución final a bordo de un camión (único momento donde se descarga la espectacularidad).
Sin lugar a dudas lo más interesante en el film es el rol de Daniel James (interpretado por el actor de la serie The Walking Dead, Jon Bernthal). Él es el nexo para entrar al mundo de las drogas. Empleado por la empresa de Matthews, su intento de llevar una vida legal para su mujer e hijo desembocará en ese pasado que con tanto esfuerzo dejó atrás. Víctima de un sistema que, aunque finalmente le de una palmadita en la espalda y una redención de verdes dólares, jamás le quitará el título de paria.