“El hombre que hizo caer a la Casa Blanca”, esta seria la traducción literal del titulo original en idioma ingles, lo cual establecería una doble mirada sobre un texto que no lo tiene.
“El informante” es solo eso, una biopic sobre Mark Felt (Liam Neeson), quien fuera en vida el subdirector casi eterno del F.B.I., el que tras la muerte de Edgar J. Hoover esperaba ocupar ese lugar, pero no, aparece en escena y ocupa el deseado y poderoso sillón Patrick Gray (Marton Csokas), extraído del riñón del equipo del presidente Richard Nixon.
Todo esto se sabe en los primeros minutos, en los cuales se nos establece el supuesto poder autárquico que posee el FBI, en relación a las estructuras gubernamentales, en el gran país del norte
Relegado y desplazado, a modo de venganza, se termina convirtiendo en “Garganta Profunda”, incitado principalmente por Audrey Felt (Diane Lane), su esposa, que ve como una gran injusticia todo lo que sucede en rededor de su marido.
Felt termina siendo quien le va dando los datos a los periodistas Bob Woodwardy Carl Bernstein, del “Washington Post”, de lo que luego se conocería como el caso “Watergate”, suceso que termina con la renuncia del presidente Richard Nixon, siendo él mismo el encargado de investigar las filtraciones en el poder, que llegan a la prensa.
De estructura netamente clásica, el filme se apoya sobre la espalda del protagonista, el actor irlandés que logra componer de manera increíble un personaje difícil, un hombre de una rigidez pasmosa que nunca podría hacer empatizar, y sin embargo lo logra, por meritos propios del actor, muy bien secundado por Diane Lane, como su esposa, y su antagonista a flor de piel, el personaje encarnado por el nombrado actor neocelandés.
Siendo este uno de los grandes problemas del filme, no sólo desde la actuación, el texto mismo intenta pintar a este “lobo estepario” como si fuese una victima, o en el mejor de los casos un “cordero de Dios”.
Todo esta puesto en función de las intenciones políticas de la cinta, corroboradas por el diseño de sonido, y la banda sonora incidental, que intenta producir un efecto de suspenso en el espectador, pero hay que estar muy distraído para que se produzca ese efecto, pues la supuesta propia intriga pierde legitimidad ante el curso de la ficción relatada, por lo cual nunca llega a establecer un clima apropiado a algo similar a un thriller político.
La película es de una previsibilidad impuesta por ser una historia verídica, conocida, ya llevada al cine en el extraordinario filme de Alan J. Pakula “Todos los hombres del presidente” (1976), salvo que en éste caso desde el punto de vista de alguien involucrado en la luchas internas del poder.
¿Quien fue “Garganta Profunda”? Linda Lovelace, actriz porno que en 1972 protagonizo dicho filme, el cual se convirtió en un éxito inesperado de taquilla, siendo a su vez otra de las derrotas de la administración Nixon.
Éste que nos convoca, no es un filme que aburra a pesar de la previsibilidad y el saber de la propia historia, el problema es que tampoco sabe generar autentico interés desde lo narrado.