Garganta profunda
Pocas cuestiones influyeron tanto en la política norteamericana y en el apaciguamiento de la rebeldía y las protestas contra la guerra de Vietnam y la creación de una nueva aquiescencia política como la renuncia a la presidencia en la década del setenta de uno de los políticos más corruptos y antirrepublicanos de la historia reciente de los Estados Unidos, el paradójicamente político republicano Richard Nixon, tras las denuncias de espionaje contra políticos opositores y miembros de la prensa conocidas como escándalo Watergate por el complejo edilicio en el que se reunía el comité del Partido Demócrata en Washington.
El realizador norteamericano Peter Landesman (Parkland, 2013) utiliza el libro que Mark Felt, director adjunto del FBI (Federal Bureau of Investigation), y el escritor John D. O’Connor publicaron sobre las memorias del primero, titulado A G-Man’s Life, donde Felt confiesa haber revelado información del caso Watergate a los periodistas del periódico The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, para analizar la investigación y las cuestiones más relevantes del proceso que los representantes de la Casa Blanca buscaban ocultar.
El film recrea la investigación del caso Watergate por parte de Felt y sus colaboradores tras la muerte de su director durante cincuenta años, J. Edgar Hoover, las implicancias del mismo en las elecciones presidenciales, las obstrucciones de la administración de Richard Nixon desde la perspectiva del director adjunto del FBI y el rol del mismo en las filtraciones y en la renuncia del presidente.
El Informante (Mark Felt, 2017) es así un film exhaustico y circunspecto en su construcción, lo que se refleja en su rígida y reservada fotografía a cargo de Adam Kimmel (Never Let me Go, 2010), que busca manifestar los valores del departamento de investigación federal norteamericano, representando su doble moral no solo a través de la narración sino de la imagen. La música incidental del compositor inglés Daniel Pemberton busca crear un ambiente de suspenso que absorba al espectador en el carácter significativo de los acontecimientos relatados en el film.
En el argumento se detallan los pormenores de los dos casos significativos que pasaron por el FBI, y en particular por las manos de Felt, que permiten entrever la ideología del poder, las disputas palaciegas entre las instituciones por el control, las limitaciones y las responsabilidades asociadas al republicanismo y la democracia y sus peligros en un tiempo de cambios culturales radicales, liberación sexual de la mojigatería protestante y católica y cambios generaciones que auguraban un conflicto entre la herencia de los estallidos revolucionarios de fines de los sesenta y la reacción de una generación anquilosada en la moral monoteísta.
Con un excelente uso de primeros planos El Informante coloca la maravillosa actuación de Liam Neeson, acompañado por un gran elenco del que se destaca Diane Lane, como la representación de los valores institucionales de su país. Felt emerge de esta forma como un político pasmado por la corrupción moral de su Nación y sus implicancias para el futuro del país, colocándolo como un estandarte del republicanismo y la independencia de los organismos gubernamentales en un tiempo de guerra interna y externa. Pero el film tampoco olvida los puntos oscuros de su dirección como la persecución ilegal del grupo revolucionario radicalizado The Weather Underground, que colocó bombas en edificios públicos en Estados Unidos durante la década del setenta evitando las pérdidas humanas en atentados que buscaban visibilizar su rechazo a la obsolescencia del sueño americano y a las políticas imperialistas y represivas de Estados Unidos.
Landesman crea de esta manera un film equilibrado sobre las contradicciones de la democracia y las instituciones que nos interpela desde un costado muy cercano en tiempos de cercenamiento de libertades civiles y republicanas que dábamos por sentadas.