Charlie Matteï ha dado vuelta la página a su pasado como proscripto. Desde hace 3 años vive una vida relajada y cómoda junto a su esposa y dos hijos. Sin embargo, una mañana de invierno, es dado por muerto en el estacionamiento subterráneo del casco antiguo del Puerto de Marsella, con 22 balas en su cuerpo. Contra todo pronóstico, Charlie no morirá.