Cadena de venganzas en un thriller marsellés
El actor Jean Reno, en un film donde sobra violencia
No hay jubilación posible para un capomafia. Este Charly Mattei en el que Jean Reno se mueve tan a sus anchas como puede esperarse de un actor familiarizado con el género, no ha sabido reconocerlo. Por amor a la familia, quiso dar un paso al costado, abandonar el delito, arreglar las cuentas con sus socios y volver a casa, a disfrutar de los placeres sencillos. Por ejemplo, llevar a su hijo a la escuela, con Puccini a todo volumen en la radio del auto y el luminoso paisaje mediterráneo desfilando frente a sus ojos.
El parece ignorarlo, pero cualquier espectador sabe que una escena inicial así sólo puede terminar en drama. Y éste será a escala Luc Besson: una lluvia de balas lo recibe cuando estaciona en un garaje; veintidós lo alcanzan de lleno, pero él -¡milagro!- sobrevive. Cualquier espectador sabe que el paso siguiente es la venganza. Será también a escala Besson.
Y al gusto de Richard Berry, que en otros tiempos fue puntal, como actor, del cine negro francés, y hace tiempo viene mostrando que como director no les tiene miedo a los clichés, que ama la ampulosidad (verbal, visual y musical), que su fórmula consiste en acumular efectos, como si una seguidilla constante de impactos le garantizara la atención del espectador, y que ha visto muchos films de mafiosos (Coppola y Scorsese, claro, pero también Olivier Marchal), y no ha sabido procesarlos bien. El film, inspirado en la figura de un legendario gánster marsellés, es una ultraviolenta sucesión de venganzas a cual más perversa y brutal y contiene tantos tormentos y asesinatos como lugares comunes. También frases "potentes" ("la sangre derramada no se seca jamás") y pinceladas destinadas a justificar la santa furia del héroe, que al fin y al cabo es un tipo sensible que ama la ópera, es cariñoso con la mamá, detesta la droga y lo único que quiere (además de vengarse de una fea traición) es liberar a Marsella de unos criminales mucho peores que él, al frente de los cuales está un desorientado Kad Merad.
Con todo, como falta imaginación pero sobra violencia y vértigo, es probable que haya quien prefiera ignorar que lo que ofrece El inmortal ya ha sido visto en otras películas (y mejor), y se entretenga.