Francia tiene una prestigiosa tradición en cuanto a cine policial, conocido como Cine Polar. Historias de crímenes y antihéroes, de traición y venganza. Muchas de esas climáticas obras se convirtieron en clásicos, gracias al talento de directores como Henri-Georges Clouzot y Jean-Pierre Melville, y las actuaciones de Alain Delon, entre otros. Entre los ejemplos más recientes, el ex policía Olivier Marchal nos dio El Muelle y Mr 73.
Ahora llega El inmortal, que nada tiene que envidiarle a aquellos films.
Charlie Mattei (Jean Reno), un ex peso pesado de la mafia de Marsella, vive una vida tranquilo, junto a su familia, retirado de los negocios turbios y las muertes. Pero una mañana, en un estacionamiento, es interceptado por un grupo de encapuchados que le dispara 22 veces. A pesar del ensañamiento, Charlie logra sobrevivir, aunque queda con cicatrices en la cara y un brazo insensibilizado. Pronto descubre que quien está detrás de su intento de asesinato es Tony Zacchia (Kad Merad), ex socio, casi un hermano para él, por lo que decide no tomar represalias. Pero cuando Zacchia y los suyos molestan a sus seres queridos, Charlie se encargará de que corra mucha sangre.
La película está basada en el libro de Franz-Olivier Giesbert, que a su vez, se basa en episodios y personajes reales, empezando por Jacques Imbert, famoso gangster francés, hoy devenido en icono de la cultura popular europea. Imbert vivía enfrentado con Tony Zampa, otro mafioso de gran poder, y sobrevivió a cuatro vendettas. A la hora de adaptar el libro a la pantalla grande, el director Richard Berry (que también actúa) cambió los nombres de los personajes, ya que no pretendía hacer un biopic de Imbert sino una historia ficticia a partir de determinado hecho.
Como en los mejores exponentes de esta clase de cine, aquí los temas centrales tienen que ver con la familia —la de policías y criminales—, la obsesión por el poder, los códigos, el pasado que se niega a quedar en el olvido. Por supuesto, no faltan los tiroteos ni las persecuciones, filmados con un estilo setentoso.
Jean Reno vuelve a demostrar que es un especialista consumado en componer personajes introspectivos, atormentados, pero listos para la acción. Una versatilidad que sólo los grandes tienen, y que resulta más meritoria cuando la muestra en una misma película. Por su parte, Kad Merad genera pura tensión con su Tony Zacchia. Este es un papel atípico para Merad, que en Francia es famoso por su faceta de comediante. Algo así como un Guillermo Francella de esa parte del mundo.
Intensa, dramática, emotiva, oscura, violenta, El inmortal demuestra que, en estos tiempos de calor, siempre viene bien un poco de Cine Polar.