Aunque finalmente perdió frente a la chilena Una mujer fantástica, esta película libanesa era una de las favoritas en la disputa del premio Oscar extranjero a partir de una poderosa e inquietante historia sobre las diferencias sociales y sobre todo étnicas y religiosas en la región.
Tras su estreno mundial en la Mostra de Venecia (donde ganó el premio a Mejor Actor), esta película libanesa no paró de recibir reconocimientos. Es, más allá de algunas vueltas de tuerca un poco manipulatorias y ciertos excesos discursivos, una desgarradora e implacable mirada a la escalada de odio, resentimiento y fanatismo en Medio Oriente.
Un simple insulto dicho en el momento más inoportuno y la reacción visceral de la otra parte lleva a una escalada que termina no solo en el ámbito judicial sino provocando además un conflicto en las calles, los medios y la clase política. Un hombre de origen palestino comanda una cuadrilla que intenta arreglar un desagüe en infracción en un barrio humilde de Beirut. El ocupante de la vivienda -libanés- lo destroza porque no fue consultado. Acción-reacción, ataque-contraataque, ojo por ojo, El insulto sintetiza el por qué las diferencias (incluso mínimas) llevan a la violencia desatada, al enfrentamiento tan encarnizado como en definitiva absurdo.
Los protagonistas del nuevo film del realizador de West Beirut y The Attack son, en esencia, buenas personas, trabajadores dedicados a sus familias, gente noble, de principios (quizás demasiado principistas), pero también víctimas de su entorno, de la tensión social, de la manipulación política, de los discursos muchas veces extremistas de uno y otro bando (los palestinos representan algo más del 10% de la población total del Líbano).
La película -por momentos un poco recargada- ofrece también en los tribunales un enfrentamiento generacional con un viejo abogado derechista representando al acusador (un mecánico cristiano) y su hija más progresista defendiendo al palestino musulmán que profirió el insulto en cuestión trabajando en una empresa constructora. Una lucha que cada uno levanta en nombre de la dignidad y el respeto, pero que expone en toda su dimensión las profundas heridas y grietas que tantos hechos traumáticos del pasado todavía generan en el presente.
Provocadora, incómoda en varios aspectos (los productores fueron obligados a poner un cartel al comienzo en el que se dice que la película nada tiene que ver con las políticas actuales del gobierno libanés), El insulto es cruel e impiadosa por momentos, profundamente humanista y empática en otros. Así, entre tantos matices e incluso contradicciones, se vive en una zona en las que la guerra civil terminó hace ya un par de décadas, pero que sigue siendo de las más explosivas del planeta.