El Insulto
El insulto, del director de origen libanés Ziad Doueiri, fue una de las nominadas al Oscar en la última entrega como mejor película extranjera, aunque la estatuilla terminó en manos de la chilena Una mujer fantástica. Es el cuarto largometraje de Doueiri, y al igual que sus anteriores films recibió el reconocimiento en importantes festivales. Su ópera prima, West Beirut, fue galardonada con el Premio FIPRESCI del Festival de Toronto, mientras que su siguiente largometraje, El atentado, estrenado en 2012, consiguió la Mención Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián. El insulto estuvo también nominada al León de Oro a Mejor Película en el Festival de Venecia 2017, donde Kamel El Basha se alzó con la Copa Volpi (premio que el jurado concede al mejor actor y a la mejor actriz) por su actuación como Yasser Abdallah Salameh.
Según Ziad Doueiri, la idea de realizar la película se originó “de una manera muy tonta”, a través de una situación real hace algunos años cuando el director vivía en Beirut en el lado pro-palestino.
Toni (Adel Karam), es un mecánico de autos cristiano de cuarenta y tantos años que vive en Beirut junto a su mujer embarazada. Un día mientras, está regando las plantas, tocan a su puerta: es Yasser (Kamel El Basha), el capataz palestino de un equipo de construcción que trabaja en la calle. Yasser solicita a Toni que arregle una tubería de desagüe en su balcón, pero el mecánico le cierra la puerta en la cara. Los días pasan y la disputa que comenzó con el tubo de desagüe solo empeorará.
Yasser llama a Toni “maldito idiota” (el insulto que da título a la película). Pero esto no termina aquí ya que existe un segundo insulto, esta vez de Toni a Yasser: “Ojalá Ariel Sharón los hubiera aniquilado a todos“. Ello lleva a que en poco tiempo ambos estén en la corte; Toni, con un par de costillas rotas, demanda a Yasser por daños y solicita una disculpa formal. Ambos hombres están tan convencidos de tener la razón, que en principio parece imposible se llegue a algún acuerdo.
Choque cultural
El insulto revela la tensión con la que conviven los habitantes del Líbano y de todo Medio Oriente. Aquí Palestina estará representada por Yasser, y El Líbano por el cristiano Toni. Se trata de un choque entre diferentes culturas y religiones al que solo la tolerancia podrá resolver.
Ahora bien, ¿qué sabemos de los habitantes del Líbano y su situación política, social, económica y religiosa? Siendo sinceros, muy poco.
Durante 15 años, de 1975 a 1990, han atravesado una cruenta guerra civil en la que intervinieron también Siria e Israel, y se terminó por destruir la convivencia que durante décadas habían alcanzado tanto la población musulmana (mayoritaria) como la cristiana y maronita.
Este es el marco en el que hay que situar El insulto: un pueblo malherido, colmado de amargura, que trata de salir adelante tras los estragos causados tanto por tropas extranjeras como por milicias nacionales.
Quizás por momentos no terminemos de comprender a que público se está dirigiendo Doueiri. Puede estar tratando de hablar directamente con los fanáticos de la población cristiana de su pequeña y diversa nación, o bien intentar hacer visible la situación en Beirut al resto del mundo. Lo cierto es que, desde aquí, por momentos se siente exagerado.
El objetivo de El insulto, según el propio director, no es crear polémica ni promover un debate político, sino simplemente “quería escribir sobre dos personas sumamente agresivas y enfrentadas entre sí, que al final resulta que tienen cosas en común“. Porque llegando al final los dos hombres coinciden más de lo que ellos mismos creen (sobre todo en referencia a la calidad de los productos hechos en China y los de Alemania).
Lo que sí queda claro desde el comienzo es que el punto de vista del realizador puede no coincidir con el del gobierno actual de su país, ya que se indica: “Los puntos de vista expresados en esta película no reflejan la posición del Gobierno Libanés”.
Filmada con ritmo y tensión aunque con un uso abusivo de fundidos a negro, tanto que por momentos parece una película pensada para televisión (pautando las pausas comerciales).
Los actores hacen un buen trabajo, destacando a Kamel El Basha, aunque en lo general las actuaciones resultan algo teatrales.
A lo largo de la película hay algunos giros de guion innecesarios, y quizás le sobren algunos minutos. Lo llamativo es que el director tenía disponible un final más abierto pero igual de esperanzador, decidiendo continuar. Allí residen los minutos que sentimos de más. No ofrece una resolución ordenada, solo nos quedamos con un montón de preguntas que igual vale la pena considerar.
Conclusión
Un thriller judicial (si disfrutás las películas de juicios esta debería ser tu elección) narrando un debate que estalla entre musulmanes y cristianos en Beirut, detonando en una brecha más amplia que termina por resaltar las fallas en la sociedad libanesa actual. El insulto es algo así como una guerra librada en un tribunal. Una pelea mínima que poco a poco va aumentando y acaba siendo un debate nacional. Un insulto como pretexto utilizado para plantear el conflicto entre palestinos y cristianos libaneses: la guerra terminó en 1990, tal vez ya sea hora de pasar la página.