Estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto, Viudas (Widows) de Steve McQueen, cuenta con la colaboración de Gillian Flynn, autora de Perdida. Para encabezar el reparto escogieron a la oscarizada Viola Davis, a quien acompañan Elizabeth Debicki (y su metro noventa), Michelle Rodriguez, Daniel Kaluuya, Colin Farrell, Robert Duvall, Liam Neeson, Jacki Weaver y Carrie Coon. El rodaje costó 42 millones de dólares (con ese reparto era de esperarse), además de contar con el respaldo de FOX y una gran movida de prensa subiendo el hype ante este nuevo thriller de robos (que prometía mucho más que Ocean´s Eight). McQueen (no confundir con el actor estadounidense de mismo nombre fallecido en 1980), más conocido por ser el ganador del Oscar a la Mejor Película de 2013 por 12 años de esclavitud, es un exigente artista y director de cine británico que ha demostrado su atracción por la obsesión y el control. En sus películas anteriores trata temas complejos como la esclavitud, la huelga de hambre irlandesa en una prisión británica (Hunger) y la adicción al sexo (Shame). Sin embargo, Viudas, en apariencia toca un tema mucho más trivial. En esencia estamos ante una película de atracos: la historia de estas cuatro mujeres que traman y llevan adelante un robo después de que sus esposos mueren intentando concretar otro trabajo (léase otro robo). Pero no olvidemos que el director británico ha demostrado, a partir de la evidencia de su filmografía, que se siente cautivado por los extremos del comportamiento humano. Viudas es tanto un thriller como un drama, un policial y una cinta de tintes políticos. Se mete con la corrupción, a la vez que dearrolla temas de género y raciales. Obtiene el equilibrio entre un drama social y una película de acción como entretenimiento puro. Las viudas del título consiguen ser poderosas y dramáticas, pero el director no parece tan interesado en el complicado robo que teóricamente está manejando la trama. No se trata aquí de Steven Soderbergh que se deleita contándonos las complejidades del robo de la bóveda en Ocean’s Eleven: McQueen está mucho más interesado en cuán desesperadas están estas personas y en el nivel de corrupción y locura que las ha llevado hasta aquí. “Nuestras vidas están en peligro; nuestros esposos no regresarán; estamos por nuestra cuenta “ “Nadie cree que tengamos las pelotas para lograr esto” Cuando Harry Rawlings (Neeson) y su gente son envueltos en llamas durante un trabajo fallido, la esposa de Harry, Verónica (nadie mejor que Viola Davis), se encuentra a sí misma debiéndole mucho dinero a Jamal Manning (Brian Tyree Henry), un estafador convertido en político. Con solo un cuaderno como herencia en el que Harry detallaba sus planes pasados y futuros, Verónica se une a las otras viudas de la pandilla para organizar un robo que podría eliminar sus deudas y darles un nuevo comienzo. Mientras tanto, se desarrolla una batalla electoral para ver quién será el nuevo edil del distrito 18. La brutalidad del enfrentamiento enfatiza las divisiones de clase en este lugar de Chicago, aumentando los riesgos de que las viudas puedan llevar adelante el planificado crimen. Viudas funciona muy bien tanto en la construcción de sus personajes como en su mirada a la sociedad. El inconveniente surge cuando al tratarse de tantos y tan diversos personajes, la película se toma demasiado tiempo en presentarlos con sus conflictos, concentrando toda la acción en la última media hora del metraje (y un giro en los últimos 10 minutos que dejará a muchos con la boca abierta). La película se sostiene sobre todo por su poderoso reparto encabezado por Davis, pero en el que también destaca Daniel Kaluuya (Huye!) quien exuda una intensidad escalofriante como el hermano de Jamal, Jatemme, observando a sus adversarios de cerca con claras intenciones asesinas. La pieza clave es Viola Davis (ganadora de un Oscar a mejor actriz de reparto por Fences): Verónica, perseguida por flashbacks de la vida con su esposo (Liam Neeson), llevando de aquí para allá a su perrito blanco cual si fuera un pequeño niño perdido. La cámara la sigue de cerca y la atrapa en varios primeros planos. En Viudas los silencios de Davis son los que más hablan y transmiten (además de los músculos con los que nos sorprende al final). Viudas resulta una película absorbente que no tiene necesidad de recurrir al sentimentalismo. McQueen tenía todo servido para regalarnos una joya, pero el resultado final no deja de ser una película convencional.
Ahí viene Basada en el cuento En camino, escrito por Gastón Varela, también guionista de la película, Ahí viene nos transportará al conurbano bonaerense para sumergirnos en la más profunda depresión. Un hombre mayor, aunque no tanto, interpretado por Daniel Quaranta (a quien tal vez recuerden por su actuación en El Perro Molina) vive solo en una casa de la que casi nunca sale. Se lo ve enojado, aunque no sabemos bien por qué. Además su apariencia es de completa dejadez, se lo adivina deprimido y melancólico. Advertiremos luego que tiene un hijo (Nahuel Yotich) y que en algún momento de su vida fue feliz. La relación entre padre e hijo es tensa, y hay ciertos rencores del pasado que luego terminarán por salir a la luz. Ahí viene es una historia simple: los últimos días de una persona mayor amargada y solitaria. Son solo dos personajes y una casa que será casi el único escenario, el cual terminará por convertirse de alguna manera en un personaje más. El propio director, Federico Jacobi, señaló que el desafío radicaba justamente en encontrar un punto de vista dinámico para un drama con solo dos personajes principales y sucesos que se desarrollan casi en su totalidad dentro de un mismo espacio. La decisión, según Jacobi, fue convertir los escenarios fundamentales del relato, la casa y el barrio, en el punto de vista del film, centrándose en los objetos que resultan testigos de la decadencia. Una caja de pizza vacía, un cajón que no cierra, un cenicero lleno, un velador triste, una radio que no funciona. Ahí viene resulta una sucesión de imágenes tristes que se ven acentuadas por música melancólica con notas de tango y un filtro de cámara grisáceo. Pero se utilizan en exceso los planos detalle, tanto que por momentos pueden resultar descolgados. En el plano técnico también hay bastantes abusos de las transiciones, sobre todo de fundidos a negro, y algunos planos incomprensibles que cortan la cabeza de los personajes. Ahí viene fue producida con el apoyo del Cluster Audiovisual de la Provincia de Buenos Aires y Estudio Chroma Ruta 2, además de utilizar el financiamiento colectivo a través de Ideame. Un proyecto para nada ambicioso que ensambló los conocimientos de varios compañeros del mundo audiovisual, pero que parece haberse quedado en una etapa de estudio, de proyecto. El largometraje dura apenas 60 minutos, pero resultan bastante extensos, principalmente si tenemos en cuenta que la mayoría de lo que sucede en la película ya está plasmado en el trailer. El conflicto de Ahí vienese esboza recién pasados los 30 minutos de metraje. Celebramos los proyectos colectivos y autogestionados, pero sentimos que Ahí vienerepite varios errores ya cometidos en el pasado, volviendo a reforzar esa idea de cine argentino lento y aburrido (ojo que no estamos pidiendo a la película que sea algo que no es: solo un poco más de dinámica).
Las nuevas generaciones de adolescentes necesitaban su saga adaptación de novela Young Adult (Literatura YA) del momento. Es por eso que Fox y uno de los productores de Stranger Things decidieron que era el momento de The Darkest Minds. Una historia bastante predecible protagonizada por Amandla Stenberg, a quien tal vez recuerden por su papel de Rue, la niña del distrito 11 en otra adaptación de novela adolescente: Los juegos del hambre. Se ubica en un futuro cercano, donde un día sin explicación aparente los niños empiezan a enfermar y morir. El 98% de la población infantil muere de esta misteriosa enfermedad: el restante 2% de los pequeños sobrevivientes presentan extraños poderos, razón por la cual comienzan a ser considerados enemigos del estado y son encerrados en campamentos de “rehabilitación”. Como protagonistas de esta nueva distopía adolescente tenemos a jóvenes promesas de Hollywood: Amandla Stenberg (también conocida por Todo, Todo), Harris Dickinson (Beach rats), Miya Cech (talentosa japonesa de 11 años), Skylan Brooks (quien participó en la serie de Baz Luhrmann The Get Down), junto a Mandy Moore (This Is Us), Patrick Gibson (The OA) y Gwendoline Christie (Game of Thrones). Conoceremos a Ruby Daly (Stenberg) justo el día en que cumple 10 años, celebrando junto a sus padres con alegría y algo de esperanza, a pesar de la enfermedad amenazante que recorre las calles de su ciudad. Pero ese día algo despierta en ella que la terminará separando de su familia, dejándola en manos del gobierno de los Estados Unidos. Y como el gobierno le teme a los niños sobrevivientes creó los campamentos, donde supuestamente serán curados. Allí se los separa por colores de acuerdo a sus habilidades aterradoras que no pueden controlar. Azul, Verde u Oro, Naranja y Rojo representando a los niños más poderosos, que a la vez resultan los más peligrosos. Y así, esta historia en particular se centra en esa chica que logra escapar de uno de estos campamentos. En el camino se encuentra con Zu, Liam y Charles (Chubs para los amigos), otros sobrevivientes que la acompañarán en una travesía donde terminarán ayudándose unos a otros como familia, tal como atestigua Liam en una escena : “Todos somos casi huérfanos, nos tenemos los unos a los otros”. Los jóvenes serán perseguidos por La Liga y también por varios cazarecompensas (entre ellos la temible Lady Jane). Sus objetivos, además de tratar de sobrevivir y no ser capturados, serán encontrar a aquel que llaman Escurridizo y al grupo EDO, que parece ser el paraíso de los jóvenes. Shawn Levy, productor ejecutivo de Stranger Things, cuya compañía 21 Laps está produciendo Mentes poderosas, recordó que obtuvieron los derechos del libro hace cinco años (cuando estaban en su apogeo estas adaptaciones). “Creo que esta historia tiene un tema atemporal“, agrega otro de los productores, Dan Levine. “Y es tan universal. Se trata de que los niños crezcan, se conviertan en adolescentes y descubran que son diferentes, algo que las personas no entienden, especialmente los adultos y el gobierno. Entonces son arrojados a los campos. Y la historia sigue a estos niños que se convierten en adultos jóvenes, aprenden a defenderse y protegerse a sí mismos. Creo que el miedo a encajar y la búsqueda de la aceptación a menudo nos siguen hasta la edad adulta“. Hasta aquí todo muy lindo, pero la verdadera pandemia parece ser la falta de carisma de su protagonista. Mentes poderosasresulta otra distopía adolescente (¿cuántas vamos ya?) absolutamente predecible y con personajes que generan poca empatía. Es cierto que tenemos algunos pocos momentos cómicos con Chubs, el tramo al estilo road movie, e incluso chistes de Harry Potter, pero esto no alcanza. La historia no atrapa y el personaje más carismático y querible terminará por ser Zu, la niña japonesa que no emite palabra en los 104 minutos de duración de la película. Mentes poderosas toma prestados casi todos sus ingredientes de otras franquicias populares de ciencia ficción. Hay un poco de Los juegos del hambre, otro poco de X-Men y algo de Crepúsculo. Hay pocas escenas de acción y nadie resulta destacar por sobre los demás. Es el comienzo de una trilogía (que se completa con los libros NEVER FADE y IN THE AFTERLIGHT), con lo cual es lógico que se tome su tiempo para presentar los personajes y el conflicto, sin embargo hay algún condimento que les faltó, porque uno no se queda demasiado intrigado. Casi no quedan ganas de ver que sucederá en las películas siguientes, sobre todo porque uno ya se lo imagina.
De la mano del director Michael Sucsy, aquel que en 2012 dirigió a Rachel McAdams y Channing Tatum en Votos de amor, llega Cada día, una historia de amor en parte drama adolescente, en parte fantasía, que sigue a una chica de 16 años que se enamora de un alma misteriosa. Rhiannon (Angourie Rice) es una adolescente tímida y algo solitaria. A pesar que tiene un novio llamado Jason, va descubriendo a lo largo de los días que en realidad se ha enamorado de un misterioso espíritu llamado ‘A’ (del que no tendremos demasiada información). Sabemos que se despierta en un cuerpo diferente cada día. Sintiendo una enorme conexión, Rhiannon y ‘A’ intentan verse, sin saber qué o quién les traerá el nuevo día. Cuanto más se enamoran el uno del otro, la idea de amar a alguien que es una persona diferente cada 24 horas empieza a dificultar la vida de ambos y sus relaciones con los demás, llevándolos a tomar una decisión que puede cambiar sus vidas para siempre. Cada día una misión Más adelante sabremos que ese alma nunca ha tenido un cuerpo o una familia propia. En cambio, su vida es una operación encubierta y cada día la misión es clave: dejar la vida de la persona cuyo cuerpo está habitando lo más ordenada posible. “Soy alguien que se despierta en un cuerpo distinto cada día, no tengo control de esto, nunca es la misma persona, siempre es alguien de mi edad”. Este mecanismo funcionaba hasta el día en que A se encuentra con Rhiannon mientras habita el cuerpo de su novio. Cada día comienza presentándonos la relación entre Rhiannon y Jason, pero hay un detalle: ese día maravilloso Jason está habitado por A. A después será Amy, Nathan, Megan, James (que tal vez reconozcan como Ned en Spider-Man Homecoming), luego Vic, George, y algunos más: atravesará un abanico de variedades de género y personalidad. Parece difícil de comprender, pero el guión escrito por Jesse Andrews, nos va llevando ordenadamente. De todas formas la narrativa resulta demasiado juvenil, y evita abordar ciertas implicaciones (como las expresiones de amor entre mujeres). Cada día se queda a mitad de camino, parece simplificada, podría haber resultado interesantemente provocadora si rompiera un poco más bruscamente las barreras impuestas y se la jugara por abrazar la diversidad, a pesar de que en ella hay un interés por destacar el amor romántico puro. Un adolescente que se despierta cada mañana en un cuerpo diferente y que vive una vida incomparable es una premisa interesante y diferente, que sin embargo desaprovecha su propio potencial. Cada día plantea más preguntas de las que puede responder. Cuando está promediando el final de sus 95 minutos de duración, incluso nos llegamos a preguntar internamente cómo harán para cerrar esta historia. En el rubro actoral Angourie Rice, a quien tal vez recuerden por su personaje de Holly March en Dos tipos peligrosos, es un descubrimiento feliz en Cada día, y es quien tiene el carisma para sostener esta película. Por otro lado hay una introducción constante de nuevos personajes que no tienen tiempo suficiente en pantalla para demostrar sus capacidades. Hay personajes laterales sin sentido y otros que son desaprovechados o pasados muy rápidamente. El escritor de la novela, Levithan, dijo en una entrevista a Entertainment Weekly que su objetivo no era hacer una declaración sobre el género binario o la homosexualidad, y la adaptación cinematográfica de su libro tampoco pretende ni se acerca a ese objetivo. No podemos pasar por alto que Cada día tiene algunas similitudes con la película coreana de 2015 The Beauty Inside, aunque ninguna es versión de la otra y la coreana no tiene relación alguna con la novela. De hecho, lo único que comparten las dos películas es un personaje que lucha con el amor y el mensaje general de que el amor es amor. Tengamos en cuenta que A nunca ha tenido un cuerpo consistente, pero Woo-jin, el protagonista de The Beauty Inside, vivió los primeros 18 años de su vida como un niño, rodeado de familia y amigos propios. Las similitudes están en las premisas, la versión oriental se promocionó con la pregunta: ¿Qué pasaría si te despiertas como una persona diferente todos los días? (¿les suena?) Conclusión Cada día resulta más ambiciosa que las películas de romance adolescente promedio. Un concepto intrigante que se diluye, pero que termina por plantear que la esencia del amor reside en el alma. La película no está mal, pero se siente edulcorada y apastelada. Probablemente un adolescente disfrute más plenamente lo que Cada día tiene para ofrecer. (Si deseas saber más acerca de A, Levithan escribió una precuela en versión libro electrónico tituladaSeis días anteriores, que te llevará a través de los seis días previos al ingreso de Rhiannon en la vida de A, lo que permitirá aprender más sobre el misterioso personaje).
Ritual Adaptada de la novela de Adam Nevill de 2011, Ritual inicia con un prólogo trágico e indudablemente no sobrenatural. Cinco amigos que se enfrentan al distanciamiento debido a los compromisos de la vida adulta: Dom (Sam Troughton), Hutch (Robert James-Collier), Phil (Arsher Ali), Luke (Rafe Spall) y Robert (Paul Reid) están planeando unas vacaciones para pasar tiempo juntos, concluyendo en que visitarían Suecia para practicar senderismo y así recorrer algunas montañas. Sin embargo, la tragedia los golpea cuando unos delincuentes asesinan a Robert durante un robo en una licorería. El plus es que Luke presencia el crimen mientras se esconde con miedo. Seis meses después, los amigos están en Suecia para conmemorar a Robert, pero las hostilidades dentro del grupo surgen durante la larga caminata; algunos culpan a Luke por la muerte y califican sus acciones como cobardes. “Esto nunca debió haber sucedido” le recuerdan. Su viaje se verá desequilibrado en un primer momento cuando Dom se lastime una pierna. Seguido de ello, para acortar camino, decidirán adentrarse en el bosque. Todo se volverá más perturbador cuando encuentren el cadáver de un oso, el cual ha sido cruelmente asesinado. Aunque proseguirán con su aventura, lamentablemente este será el primero de varios y extraños sucesos que protagonizarán. Decididamente tendrían que haberse ido de vacaciones a Ámsterdam. Este viaje está marcado por una sensación lúgubre. Conforme la caminata avanza se convierte en una prueba de resistencia física, pero a la vez se ponen en juego los tropos básicos del género: los atajos, la cabaña abandonada, la oscuridad, la lluvia, que terminarán por desencadenar nuevos desafíos de supervivencia. Hay algo en ese bosque, y la manera en que se revela el hallazgo puede llegar a recompensar a muchos de los fanáticos del género (aunque yo no me sentí recompensada). Esta película británica tiene como guionista a Joe Barton y cosechó un premio en el Festival de Sitges, Mejor actor (Rafe Spall), y otro en el British Independent Film Awards (BIFA) por Mejores efectos. Llamativamente en España fue directamente estrenada en Netflix. Ritual arranca interesante, generando intriga con las situaciones anómalas que se van suscitando en el bosque. Sueños, alucinaciones, suspenso ascendente que se acrecienta por el desconocimiento. Desgraciadamente el desenlace no está a la altura de todas las buenas intenciones que propone el film. En definitiva, Ritual debe su ápice de eficacia no a la historia o los personajes, sino más bien a la atmósfera inquietante que Bruckner y compañía consiguen obtener de ese bosque. La cámara enmarca a los actores empequeñecidos y dominados por árboles de aspecto extrañamente hostil. Las tomas de esos árboles gigantes nos preparan para un sobresalto (que a veces no sucede). El ritmo en general es flojo. El director se sumerge con moderación en lo peligroso de este viaje, pero no logra crear una sensación de fatalidad cautivadora. Los cuatro amigos protagonistas resultan tan insulsos que casi no se distinguen, sus personajes no son queribles, no tienen un bagaje donde apoyarse, resultando en que realmente no nos importe demasiado lo que vayan a sufrir en ese bosque (desde el momento en que deciden adentrarse allí sabemos que van a SUFRIR). Ritual intenta dar un giro a la fórmula planteada por El proyecto Blair Witch, otra vez ponemos a un grupo de personas despistadas y demasiado confiadas en el bosque para ser acosadas por algo profano. Por suerte se evitan los clichés de la cámara temblorosa, y en este caso se sirve de un monstruo claramente visible (y más extraño de lo que uno podría imaginar). Quieren agregarle un plus a las formulas del género, pero no termina de cerrar. Comienza con un incidente efectivo, pero se convierte en algo que se siente demasiado familiar. Hagamos esta suma mental: bosque, oscuridad, lluvia, runas, animales muertos, cabañas abandonadas, mezcla de mitología nórdica con películas de terror en el bosque. El resultado es Ritual. Conclusión Ritual es una película de terror más; consigue climas y sobresaltos, pero presupone conocimientos que el espectador no tiene por qué tener. Por suerte volvemos a reforzar la idea de que cortar camino por el bosque siempre es la peor decisión.
Dios los cría… La historia arranca con Nicolás (Eboué), quien trabaja en la división música de la gran compañía Demanche. En una reunión de todas las áreas que conforman esta gran empresa comete un error y termina al borde de perder su empleo. La única salida es encontrar una nueva banda musical, lograr que sea famosa y reconocida, y llenar la sala de conciertos Olympia de París en 6 meses. Nicolás acude a la ayuda de su colaboradora, Sabrina (Audrey Lamy) y comienzan con la entretenida búsqueda del nuevo hit. Cuando todo parecía estar perdido, a nuestro protagonista se le ocurre una idea: formar una banda musical en la que se reúnan un sacerdote, un rabino y un imam. Eso en definitiva es Dios los cría y ellos… Al ver el trailer sentimos como si nos hubieran contado toda la película, y lamentablemente en gran parte es así. La historia del desafío, el armado de la banda, y la persecución de la fama de seguro se parece a muchas películas que ya viste, de todas maneras y más allá de este pronóstico, el resultado final no es TAN catastrófico. Dios los cría y ellos… (qué fácil sería llamar a esta película Coexistir) es la tercera película escrita y dirigida por el cómico Fabrice Eboué, cuyas cintas anteriores abordaron temas como la esclavitud gala (Case départ) y la dictadura africana (Le crocodile du Botswanga), siempre en su particular tono cómico y en cada una guardándose un papel para sí mismo, para demostrar que también sabe actuar. El director francés tuvo la idea de la película al ver el videoclip del grupo Les Prêtres, compuesto por tres miembros del clero de la diócesis de Gap y Embrun. Allí el puntapié inicial para mezclar música y religión, pero sumándole diversidad, porque Coexistir se transforma en una banda cuyos miembros representan una agrupación armoniosa de las tres principales religiones de Francia. Eboué no quería escribir esta historia a través de un prisma religioso: Quería mantenerme en la neutralidad, son solo seres humanos que viven juntos, todos tienen su cultura o su religión, las creencias de cada uno permanecen en el orden de lo íntimo. El espectador ve una historia de hombres al final, cuando nos encontramos en un proyecto común que nos impulsa, mejoramos todo, no importan las diferencias. Solo hay benevolencia en esta película. Explicó el comediante al diario Ouest France. El verdadero desafío de Dios los cría y ellos… es hacer reír a las religiones y especialmente ser justo entre las tres, porque la ofensa está a la orden del día para una u otra comunidad. Y debe decirse con toda sinceridad que Eboué llega a resultar divertido por momentos, sobre todo en las escenas que incluyen a Audrey Lamy, y en la secuencia del casting de rabinos. Pero ciertamente, no siempre es muy bueno el humor que maneja, hay varios estereotipos afianzados y gags obvios. Eboué se atreve a abordar temas tabú para estas religiones, con resultados más o menos graciosos que no llegan a ser hilarantes. Por ejemplo, en la escena en que la banda Coexistir visita las radios de cada religión, el imam, bastante perdido, termina hablando de la marcha CONTRA los homosexuales; luego de muchos errores sus compañeros lo corrigen: la marcha fue contra el matrimonio igualitario, ninguna religión está contra la homosexualidad (o por lo menos no queda bien decirlo en una radio). Es que en Dios los cría y ellos…las intenciones valiosas no son suficientes para superar un escenario a medias y un montón de burlas que nunca parecen haberse desarrollado del todo. Después de un comienzo bastante cliché narrado con un ritmo ágil, lo que nos queda es la química entre los integrantes del grupo musical, bastante improbable por cierto: Ramzy Bédia como Moncef, el imam; Guillaume de Tonquédec como Benoit, el sacerdote, yJonathan Cohen como Samuel, el Rabino. Como espectadores podemos adivinar los eventos y giros desde el comienzo, pero todo funciona dentro de los parámetros de la comedia. Quizás lo que aquí ocurre es que se pretendió hacer una comedia original y se terminó por hacer una más del montón aunque con un rabino traumado por una circuncisión probando drogas duras, un sacerdote cayendo en la tentación de la carne, y un imam que no es imam amante de la bebida y el sexo casual. Conclusión Dios los cría y ellos… es una comedia no familiar de enredos, mentiras que conducen a más mentiras y canciones pegajosas con la religión en el fondo. Tiene un trío mordaz de actores que hacen bien su trabajo, pero no pueden modificar un guion previsible. De todas maneras, el director merece algo de crédito por tratar de convertir la ausencia de la tolerancia religiosa en comedia.
Isla de Perros El prodigioso autor estadounidense ya había demostrado con su último largometraje, El gran hotel Budapest, que podía de alguna manera convertir a su elenco humano en marionetas cómicas, ubicadas en un universo magníficamente construido de hoteles lujosos en las montañas de Europa del Este. Ahora lo demuestra de nuevo, de forma un poco más extravagante, con Isla de perros: una animación que, al igual que su predecesora, sirvió de apertura para el Festival de cine de Berlín. Naturaleza y espiritualidad se combinan en otro cuento más de Anderson, su segunda incursión en el stop motion luego de Fantastic Mr. Fox, sin contar las veces que utilizó esta técnica para evitar los efectos especiales mediante computadora (como en la persecución en esquíes en El gran hotel Budapest). Según Paul Harrod, director de arte, la idea en Isla de perros era crear una estética situada veinte años en el futuro, pero “no veinte años a partir de hoy. La idea era imaginar cómo sería el futuro del Japón de 1964”. El urbanismo de los 60 dice presente con colores desaturados, metales ferrosos y oxidados. Esta nueva incursión en el hacer hablar a los animales es considerablemente más sofisticada y ambiciosa que la versión acontecida en Fantastic Mr. Fox (basada en el libro homónimo de Roald Dahl). En Isla de perros, Kobayashi (voz de Kunichi Nomura, uno de los co-guionistas de la película), el corrupto alcalde -y amante de los gatos- de la ciudad ficticia de Megasaki, ha tomado medidas severas para frenar la propagación de diversas enfermedades caninas, incluida la temida Fiebre del hocico. Ordena que todos los perros de Megasaki sean exiliados a una isla desolada: la isla de la basura. Aquella isla será el destino de Spots (Liev Schreiber), el perro del pequeño Atari (Koyu Ranki), sobrino/pupilo del alcalde que se embarcará en una peligrosa misión de rescate para recuperar a su amado guardaespaldas/mascota. En aquella isla tendrá la ayuda de una pequeña manada de perros que lo acompañarán en la pesada tarea de dar con el paradero de Spots, ellos son: Chief (Bryan Cranston), Rex (Edward Norton), Boss (Bill Murray), Duke (Jeff Goldblum) y Nutmeg (Scarlett Johansson). Isla de perros comienza con una pequeña advertencia graciosa sobre el mecanismo que se usará para comprender todos los idiomas: el japonés (mediante intérprete), el inglés y el de los canes. Seguido de esta advertencia comienza el recorrido que en principio resulta vertiginoso por la cantidad de información junta. Nuestra vista se tiene que amoldar a tanta belleza visual, a muchos personajes y a tantos títulos y subtítulos en pantalla. En esta película, Wes Anderson desnuda el artificio, ya que la misma arranca con un prólogo (“El niño samurái y el ancestro sin cabeza”) para luego dividirse en capítulos, además de que cada flashback será anunciado. Perro que habla no muerde Los perros en esta película son perros, con todas sus actitudes normales y habituales incluidas… pero hablan. Lo difícil en este caso fue lograr capturar el movimiento animal para trasladarlo al stop-motion. Nuestro grupo de protagonistas lo conforman cinco perros que han sido apartados de las manos de sus dueños y recluidos en la infame isla. Cranston, Norton, Goldblum, Murray y Bob Balaban ponen voz al inquieto quinteto canino, mientras que Frances McDormand y Greta Gerwig dan vida a una locutora de radio y a una joven estudiante y activista que busca restituir todos los perros a sus hogares. Johansson, Tilda Swinton, Harvey Keitel y Ken Watanabe completan la lista de voces famosas. La expresión lograda en las caras de los perros, sus ojos colmados de lágrimas, son artificiosas aunque tan reales que nos acongojan, porque Anderson consigue hacerles transmitir emociones reales. Pero hay algo que Anderson y sus colaboradores, Roman Coppola y Jason Schwartzman, evitaron firmemente: el culto japonés al kawaii o ternura. Visualmente, el diseño de Isla de perros favorece lo brusco: vamos a ver abundantes costras, orejas rotas y pieles desgarradas. El mundo es hostil, y en la isla de la basura los perros están sucios y son bastante feos. Vamos a toparnos con cuotas exactas de ternura, humor y conciencia social. Se trata de un trabajo redondo que puede ser leído en varias capas. Desde la más sencilla al acompañar a Atari en su viaje por encontrar a Spot, hasta conceptos más profundos como la sutil manipulación política, el prejuicio hacia los que son diferentes, el poder de los medios de comunicación, los intereses de las clases que manipulan el poder, y un sinfín de referencias más. Isla de perros es stop-motion para adultos, no al estilo de Anomalisa pero tampoco es apta para niños muy pequeños, en este caso tiene calificación para mayores de 13 años. Cine personal con personajes únicos y particulares, con el sello distintivo y estilo personalísimo de Anderson en cada escena. El trabajo nuevamente junto a Tristan Oliver como director de fotografía (quien ya había ocupado ese lugar en Fantastic Mr Fox) nos brinda un impecable resultado final. La banda sonora existe gracias a Alexander Desplat, ganador del Oscar por su trabajo musical en El Gran Hotel Budapest y La forma del agua, quien también trabajó con Anderson en Fantastic Mr Fox. En esta distopía retro la animación es impecable, el guión es inteligente e incluye eficazmente la crítica social; sin embargo el apartado artístico resulta tan deslumbrante que atrapa más que su guión. Conclusión Naturaleza, amor y amistad. Unos perros sucios pero tiernos, una isla llena de basura en Japón, stop-motion logrado a la perfección con la firma de Wes Anderson en cada plano: nada puede salir mal. Ingeniosa, bella, fantástica, realista, conmovedora, para dejarse maravillar con cada escena. Con obras como Isla de Perros, el cine demuestra que todavía tiene mucho para sorprendernos.
Cody y Reitman ya nos habían traído Juno y Young adults, esta última también protagonizada por Charlize Theron. En Tully, la actriz sudafricana hará además las veces de productora, sin descuidar su gran trabajo interpretativo. La película presenta a Marlo, una cansada y embarazada madre de dos (que pronto serán tres), quien lucha con la difícil realidad de la maternidad, entregando una mirada aguda, entretenida y diferente del embarazo y algunos de los desafíos que lo rodean. Tully es un film nítido sobre las pruebas a las que te enfrenta la maternidad y la posibilidad de perderte una vez que comienzas a vivir para alguien más. Marlo está cerca de los 40, tiene una hija de ocho, Sarah, que acaba de llegar a esa edad en la que los niños comienzan a dudar de sí mismos; un hijo de cinco, Jonah, que se cree que tiene algún tipo de problema (no paran de decirle Corky, en el sentido de poco convencional), y puede ser expulsado del jardín de infantes. Marlo transita el noveno mes de un embarazo aparentemente no buscado. Su marido (Ron Livingston) vive ocupado con viajes laborales y juegos de Playstation, así que al llegar la nueva bebé, Mia, pareciera que la situación finalmente la rebasará. Su hermano rico (Mark Duplass) le ofrece un regalo/solución: los servicios de una niñera nocturna. Marlo es reacia a aceptarla, pero solo le tomará un encadenado de escenas diarias de la vida junto a un recién nacido (teta, pañal, sacaleche, sueño, y volver a empezar), para darse cuenta de cuán desesperadamente necesitaba la ayuda. Ella es Tully Y allí es donde hará su aparición Tully (Mackenzie Davis), la Mary Poppins no mágica de los millenials. Tully es la salvación. Tully es la niñera adorable, joven, delgada y a la moda. Tully está allí para cuidar de todos, y también para recordarle a Marlo la mujer que solía ser. Tully es un libro de datos curiosos para niños impopulares, según la califica Marlo. Te cae bien desde su primera escena, la querés de amiga. Es como un ángel guardián que además de cuidar a la beba de noche limpia la casa, hace cupcakes. La llegada de la niñera hace que Marlo se convierta en un ama de casa perfecta. De repente hay sonrisas, comidas caseras, y niños desconcertados de ver a mamá con maquillaje (unas escenas antes Sarah había preguntado a su madre sorprendida qué le pasó a su cuerpo). Tully es la salvación, queda claro. Pero es allí en donde uno como espectador comienza a preguntarse dónde está el conflicto. Más allá de los conflictos reales de la vida misma. ¿Residirá en ese crecimiento en la relación entre Marlo y Tully? ¿Acaso ellas decidirán que están enamoradas y volarán de esa casa llena de niños dependientes? ¿Será que Tully oculta algo? ¿O será que Tully en realidad vino a robarle la familia a Marlo? No pues, nada de esto. Al final descubriremos que el conflicto es otro. La película dará un giro completamente inesperado modificando el sentido de lo que venimos viendo. ¿Era necesario ese giro? Puede que sí, en definitiva se trata de un golpe de efecto que funciona. Tully no es una película feliz, es una película real y expone los miedos naturales ante la llegada de los hijos y su inminente crecimiento. Y los personajes excepcionales y auténticos se apoyan en un inteligente y llevadero guión. Las actuaciones aquí son para destacar. Charlize Theron completamente entregada a su papel de madre exhausta, con sus correspondientes ojeras, papada y agotamiento expresado en el cuerpo. Mackenzie Davis, esta actriz canadiense que tal vez recuerden de uno de los considerados mejores episodios de Black Mirror (San Junipero), congenia a la perfección con Theron, convirtiendo a ambas en el alma y sostén de la película. Conclusión Tully es una comedia dramática a las que ya nos tiene acostumbrados Diablo Cody, pero en este caso se centrará en externalizar un conflicto interno que surge en las madres: amo a mis hijos pero también me amo a mi misma. Este honesto retrato de la maternidad se estrenó en el Festival de Cine de Sundance de 2018 y ahora llega a nuestras salas para disfrute de todos porque, es nuestro deber aclarar, no es una película solo para mujeres: en muchas ocasiones nos encontraremos preguntándonos qué significa cuidarse a uno mismo.
Custodia compartida El film comienza, efectivamente, con la lucha de una pareja sobre la custodia de sus dos hijos: Julien (Thomas Gioria), de 11 años, y Joséphine (Mathilde Auneveux), de 18. Antoine Bresson solo pide compartir la custodia de su hijo pequeño, porque Joséphine, mayor de edad, se niega a verlo. La justicia actúa como sabe, limitándose al derecho. La norma usual que los jueces utilizan al decidir la custodia del hijo es la de los “mejores intereses del menor”, pero la justicia no siempre acierta. El niño estará con el padre y con la madre según un régimen estipulado de visitas. Desde su asiento, el espectador asume que esa es la solución más razonable. A medida que Antoine comienza a ejercer sus derechos de paternidad sobre Julien, el temor del niño va aumentando. La desazón manifestada por el joven actor es angustiante y casi demasiado cruda y real para una película. “Es un film emocional, pero también es una denuncia clara del patriarcado, de la violencia más sucia -la utilización del hijo por parte del padre acosador para llegar a la madre- y de lo inútil que puede ser la Justicia, aunque siga preceptos marcados”, afirmó el director en una entrevista con la Agencia Efe luego de haber obtenido el León de Plata. “Creo que, ante este tema, no se puede cerrar los ojos por incómodo que resulte“. Legrand ya había hecho un corto en 2013 sobre el mismo tema, Avant que tout perdre, con la misma actriz protagonista que hace el papel de madre en Custodia compartida, Lea Drucker. Custodia compartida resulta un drama familiar seco e implacable, desechando el sentimentalismo para tratar un tema más que actual como el de la desprotección y la impotencia de una víctima de maltrato frente a un abusador obstinado y bestial. Un hombre que maltrata tanto emocional como físicamente y es capaz de mirar a los ojos a su ex mujer, madre de sus hijos, llorando y repitiendo convencido que CAMBIÓ. El director francés consigue arrastrarnos como espectadores por un camino considerablemente realista, en el que al principio podemos dudar de qué lado estar, en ciertos momentos nos pondrá en situación de Juez y abogado, aunque llegando al final no habrá dudas de la posición a tomar. Pero en ciertos momentos nos llevará a preguntarnos: ¿puede un hombre que maltrata a su mujer ser un buen padre?. El drama en Custodia compartida va dejando paso a la angustia y luego al terror. El clímax da paso al desasosiego más absoluto. Porque aquí toda la acción se concentra en el final, y lo sentimos bruscamente porque a lo largo de la película pareciera no pasar nada. En los rubros técnicos es destacable la cinematografía de Nathalie Durand, el correcto uso de los primerísimos primeros planos, y los enfoques y desenfoques que consiguen una puesta en escena en constante tensión. En cuanto a sus protagonistas, Lea Drucker y Denis Ménochet (a quien tal vez reconozcan por su papel de Perrier LaPadite, el granjero francés del comienzo de Bastardos sin Gloria) llevan adelante eficazmente sus papeles de madre víctima y padre violento, pero a quien hay que destacar en este film es al joven Thomas Gioria, quien conmueve a través de sus silencios y nos hace experimentar lo que Julien sufre. Conclusión Custodia compartida resulta un thriller aterrador, que arrastra al espectador por los horrores que viven esa mujer y su hijo, con un final abrumador, movilizante, lleno de violencia y desesperación. Es admirable la manera elegida para contar una historia de violencia doméstica y transmitir la impotencia de las víctimas de maltrato. La realidad está delante de nosotros, pero solemos emitir juicios de valor variables de acuerdo a influencias circunstanciales. Custodia compartida visibiliza un problema REAL, que está a la vuelta de la esquina, y de alguna manera también denuncia los errores que puede cometer la justicia en estos delicados casos.
Con dos nominaciones a los Premios César: Mejor actriz para Tillier y Mejor ópera prima, Monsieur & Madame Adelman es la historia entrelazada de esta pareja: él, un escritor consumado; ella, su alguna vez musa y editora. La química entre Bedos y Tillier es atractiva, y en los 120 minutos de duración de la cinta los veremos bromear a través de cuatro décadas de música, cortes de pelo, modas y un romance que poco tiene de rosacho. Mordaz y tierna, Monsieur & Madame Adelman envuelve las complejidades de la vida en pareja y el matrimonio en un drama romántico con algún condimento de comedia. Casualmente Nicolas Bedos y Doria Tillier son pareja en la ficción y en la vida real, y decidieron trabajar juntos en esta película desde su concepción hasta su rodaje. Comenzamos con varios planos cercanos de una máquina de escribir y de ciertos espacios al aire libre. Vamos a conocer la historia de Víctor y Sarah Adelman, y nuestro punto de partida será el día del velatorio de Víctor, en una gran mansión campestre de Francia. Allí un periodista se acercará a la viuda y le pedirá que le cuente algo más sobre la vida de Víctor, quien ya descubrimos fue un reconocido escritor. “Víctor y yo es una gran historia”, apunta una anciana Sarah al periodista. Ese es el puntapié para una narración a través de flashbacks, ordenada en 14 capítulos y un epílogo, cual si fuera una novela. El disparador de alguien contando sus recuerdos a un periodista es un recurso harto utilizado en la historia del cine, sino piensen en la reciente Jackie o en la ya clásica Entrevista con el vampiro. El atractivo en Monsieur & Madame Adelman es la mirada íntima desde el punto de vista femenino, con sus anhelos y frustraciones, además de esa idea de la mujer que vive para el artista (“supe que toda mi vida giraría alrededor suyo” dice Sarah en un momento de la película), con varios detalles que nos recuerdan, salvando las distancias, a Sobreviviendo a Picasso. Una historia de amor real, muy lejos de los cuentos de hadas, en la que habrá que lidiar con egos, inseguridades y temores habituales en la convivencia diaria, conflictos y desencuentros constantes. Este viaje a la historia de vida del Sr Adelman a partir de los ojos de quien lo acompañó por 45 años, arranca con el Capítulo 1, que nos sitúa en 1971, y se titula Estrategias del azar. (Detallar los títulos de cada capítulo sería un feo acto de spoiler) Víctor viene de una familia burguesa, es escritor y anhela poder vivir de su profesión. Sarah viene de una familia judía muy unida y con costumbres afianzadas, que considera que todos los judíos son inteligentes y divertidos. Sarah estudia literatura en la universidad, y sus conocimientos le permitirán encontrar las fallas en los escritos de Victor, así que de alguna manera habrá una reciprocidad artística entre ambos. Los condimentos cómicos de Monsieur & Madame Adelman pueden pecar de snobs, pero incluyen una de las escenas más graciosas: la noche de Navidad en casa de los padres de Victor. Podría decirse que estamos frente a una comedia intelectualoide. Este amor irreversible (según la propia Sarah) está plagado de toneladas de alusiones al mundo literario, al microcosmos intelectual parisino al que pertenecen esta pareja, así como también de escenas en las que se bebe y se fuma. Es de destacar la buena caracterización para mostrarnos el paso del tiempo en el rostro de nuestros protagonistas. También resultan bastante convincentes las actuaciones. El personaje de Sarah Adelman, realizado con gran capacidad por la debutante en el ámbito del cine, Doria Tillier, es una mujer con personalidad que no solo sabe lo que quiere, sino además cómo posicionarse en ambientes incómodos. Y más allá de que en ciertos momentos se pretenda afear a la actriz, Sarah es realmente carismática y cautivadora. El personaje de Victor Adelman puede resultar algo despreciable en algunos capítulos de esta historia, y comparte las escenas más entretenidas con su psicólogo. Sus reacciones exacerbadas a los momentos adversos pueden resultar algo irritantes, además de la misoginia que esgrime promediando el final. Sin embargo, por más que el enfoque de Monsieur & Madame Adelman sea sobre la relación de la pareja a través de los años, la conveniente, e inverosímil, desaparición de los niños resulta incómoda. Lo que sí no vamos a perdonar es el giro final, injustificado e innecesario, tanto que podría transformar la película en una verdadera incoherencia. Conclusión Monsieur & Madame Adelman resulta una atrayente ópera prima que lamentablemente por momentos peca de snob y que arranca con un tono provocativo que termina por diluirse. En ella se tratan temas tan fascinantes como la erosión del amor, el trabajo de la creación o la desilusión de los padres, aunque de manera algo exagerada y superficial. Un torbellino de épocas, lugares, personajes que igual recordarán.