Una rareza argentina
Cuesta creer que un argentino como Juan Pablo Buscarini realizara una película de esta magnitud, pero la co-producción con otros países, como Italia, España y Canadá, fue crucial para ello.
No es que desperdicie esta película, sino todo lo contrario, ya que la misma logró tener un estilo propio, por empezar, la escenografía hace recordar a las obras del Dr. Seuss por su gran colorido o el hecho que el protagonista tras la desaparición de sus padres pasa por diferentes lugares, hecho similar a Una serie de eventos desafortunados.
La realidad es que esta historia está basada en el libro de Pablo de Santis, que cuenta cómo el pequeño Iván Drago (que nada tiene que ver con el emblemático personaje de Rocky IV), encuentra su pasión inventando juegos de mesa, pero las cosas se vuelven más oscuras cuando sus padres desaparecen. Desde ahí, el joven se embarcará en una aventura que incluirán una niña invisible, una escuela ubicada sobre un pantano y una ciudad fantasma para llegar al siniestro responsable de esa oscuridad.
Tanto escritor (de Santis) como el director ya habían participado en adaptar una historia literaria, previamente lo hicieron con El ratón Pérez en 2006 y mal no les fue, Buscarini sabe cómo entretener al público infantil y preadolescente, porque no toma a su público por tontos como muchas propuestas infantiles que hoy en día se estrenan.
Es sorprendente como con un corto presupuesto de 6 millones de dólares hayan podido sacar provecho y hacer una delicada escenografía como la Ciudad de los niños transforma en Zyl, el lugar de origen de los inventores de juegos.
Como parte del elenco, destaca el protagonista David Mazouz, quien transmite un excelente mensaje en el film sobre cómo enfrentar la vida. Este joven tuvo una excelente performance con la serie Touch, pronto lo veremos encarnando a un joven Bruce Wayne en la serie Gotham, así que habrá Mazouz para rato. Tom Cavanagh, Ed Asner y Alejandro Awada acompañan al protagonista. Mientras que Joseph Fiennes logra un villano infantil muy entretenido, algo así como un Willy Wonka malvado.
El inventor de juegos es otro gol de la producción argentina con el respaldo internacional, con una duración justa y un universo paralelo, pero a su vez no muy distinto al que vivimos nosotros. Es una excelente propuesta para ir a ver en vacaciones de invierno.