La aventura está servida
Iván Drago (David Mazouz) es un niño de 10 años con mucha imaginación a quien su padre (Tom Cavanagh) intenta infructuosamente hacerlo ocupar su tiempo en algo que lo saque de su habitación. El día de su cumpleaños, sus padres lo llevan a un parque de diversiones de donde se trae una revista de historietas en cuya contratapa hay una invitación a participar en un concurso para inventar juegos de mesa. Eso capta automáticamente su atención y empieza a participar, hasta que, un año después, resulta el ganador. Su premio: un misterioso tatuaje con forma de rompecabezas.
Aunque él no lo sabe, ese premio es el disparador para que su vida de un giro de 180 grados. Sus padres desaparecen misteriosamente, lo que hace que sea enviado como interno a un colegio decrépito -que se hunde lentamente en la tierra- llamado Possum. Allí conocerá a Anunciación (Megan Charpentier), una niña que vive escondida detrás de las paredes de la escuela y en donde recibirá un mensaje de su abuelo Nicolás Drago (Ed Asner), que creía estaba muerto. Poco a poco, David se enterará de que lo que le está pasando es obra del poderoso Morodian (Joseph Fiennes), dueño de la Compañía de Juegos Profundos, y antiguo discípulo de Nicolás. La intención del villano es vengarse de él y apoderarse de la ciudad que creó, Zyl, cuna de los juegos más ingeniosos. El pequeño deberá seguir la sagrada tradición de su familia y convertirse en un verdadero inventor de juegos para derrotarlo.
Esta película está basada en la novela homónima de 2003, escrita por Pablo De Santis (si alguno no conoce su obra, hágase un favor y compre sus fabulosos libros). La novela está dividida en tres partes: "El Ganador del Concurso", "Zyl" y "La Compañía de los Juegos Profundos", que el filme retrata -salvo un par de cosas- fielmente. Hay dos puntos que vale remarcar para poder valorar esta película. El primero es que esta película es argentina y tiene un nivel de producción, trabajo, búsqueda y compromiso pocas veces visto (por ejemplo las locaciones que, aunque no lo crean, son todas argentinas). El segundo punto, y tal vez el más importante, es que apela a aquellas películas infantiles que tanto nos regocijaron cuando éramos niños. Es decir, "El Inventor de Juegos" no abusa de efectos especiales para recrear escenarios fantasiosos en donde cualquier cosa es posible, sino que los espectadores (los niños en este caso) pueden sentir que lo que le sucede al protagonista también lo podrían experimentar ellos. Y eso es el mayor acierto.
El director Juan Pablo Buscarini es uno de los realizadores con más experiencia en cine infantil de nuestro país -Cóndor Crux (1999), El Ratón Pérez (2006), El Arca (2007)- y se nota su oficio a la hora de narrar. Un acierto es la elección del chico protagonista, David Mazouz, puro talento a la hora de actuar y que le brinda la sensibilidad necesaria al personaje. Ralph Fiennes hace un delicioso villano, bastante shakesperiano, que le calza perfecto a la historia. Hay presencia argentina con actores como Vando Villamil o Alejandro Awada, entre los más conocidos.
El Inventor de Juegos es una película que no hay que dejar pasar y que los chicos no deben sino merecen ir a ver. Porque no hay nada como embarcarse en una aventura y jugar a ser el protagonista. Se lo debemos a nuestros hijos y al chico que todos llevamos dentro.