Una buena y una mala. La buena es que los fanáticos de la muy buena novela infantil de Pablo de Santis van a ver en pantalla lo que leyeron. La mala es que en gran medida, y salvo algunos pasajes, el film es la ilustración de un libro y se nota en los diálogos o en ciertas situaciones de un registro raro, que no acierta ni a la caricatura ni al realismo. Es esa diletancia, esa imposibilidad de jugarse por una forma e ir a fondo -tratar de contentar a todo el mundo es la idea- la que hace de la película algo fallido, aunque con valores de producción correctos.