Olvidemos ese logo de cacahuate flotante del cine cordobés. Olvidemos la angustia ética de todo periodista regional enfrentándose a esta crítica. Olvidemos la euforia colectiva por esta inyección de adrenalina que recibieron los cineastas de La Cañada. Olvidemos que filmar un largometraje te hipoteca la casa y arrastra a la demencia. Olvidemos el término malintencionado de ópera prima, sinónimo insolente de promesa o inmadurez.