Tendríamos que vernos
A favor, el filme no resalta más de lo debido absolutamente nada, y tiene buenas actuaciones.
Una película pequeña no quiere decir que tenga valores de ese mismo tamaño. El invierno llega después del otoño podría pasar como una producción sin pretensiones, pero sería mejor definirla como una película no pretenciosa.
Que no es precisamente lo mismo.
Pablo y Mariana fueron pareja. Ya no lo son. Son jóvenes, se están abriendo camino en sus trabajos, o buscándolos. Tienen amigos en común, cada uno está en la suya. Personajes algo bohemios, se mueven en un mundo intelectual. Escriben, publican, estudian, van a fiestas. Conocen gente, tienen relaciones. Viven.
La película sigue primero más a él, cuando se encuentran, y luego a ella, aunque la presencia de Pablo esté en Mariana y Mariana en Pablo.
Malena Solarz y Nicolás Zukerfeld, egresados de la Universidad del Cine, ponen el foco en los diálogos. Sin ser verborrágicos, Pablo y Mariana expresan lo que sienten en las actitudes que deben tomar ante lo que se les presente (él comienza un probable amor con la chica que le quiere cobrar 20 pesos a la entrada de un fiesta de cumpleaños; ella ya tiene una relación más estable).
El punto a favor de la realización es no resaltar más de lo debido absolutamente nada. No hay brochazos, sino más pinceladas. Marina Califano (se le vislumbra futuro) y Guillermo Massé son los adecuados protagonistas.