El irlandés: No está muerto quien pelea.
¿Qué es lo primero que se les vendría a la cabeza si les dicen que existe una película dirigida y protagonizada por 4 sujetos, todos mayores de 75 años? Si realmente pudiésemos sacar esa pregunta de contexto, tendríamos una respuesta bastante pareja dentro del público general. Mínimo, habría bastante gente que podría pensar que puede ser aburrida. ¿Y si agregamos que dura más de 3 horas y media? Seguro que ese número pesimista aumentaría mucho más. Pero es imposible hacerse esa pregunta, porque no son 4 señores cualquiera. Son, sin lugar a dudas, personas fundamentales de la historia del cine. Y uno de ellos, el que dirige específicamente, tiene un talento único.
Protagonizada por Robert De Niro y acompañado de dos estrellas como Al Pacino y Joe Pesci, finalmente estrenó en Netflix la más reciente obra de Martin Scorsese, quien dicho sea de paso, hacía 3 años no estrenaba un film (6 si excluimos la poco comercial y bastante atípica «Silence«). Hablar de quiénes son estos tipos resulta casi irrelevante. Su obra y su historia habla por sí sola. Los 4, en mayor o en menor medida, representan lo mejor que pudo hacer el cine estadounidense. Pero si hay algo que los hace aún más grandes de lo que ya eran es que, a esta edad, en esta industria que cada vez más margina un estilo de cine en particular y apoya a las historias vacías de contenido, estos tipos hayan podido hacer este film, y lo hayan hecho tan bien. Efectivamente, El irlandés es, sin lugar a dudas, una excelente obra.
La película funciona como adaptación del libro «I Heard You Paint Houses» escrito por Charles Brandt. En él se relata la vida de Frank Sheeran, un mafioso de los 60, y su relación con la vida de Jimmy Hoffa, un sindicalista estadounidense. Esta historia no solo está basada en hechos reales y algunos de ellos bastante comprobables, sino que continuamente se conecta con sucesos y momentos de la cultura estadounidense, dándole un espacio y un contexto determinado que ayuda muchísimo a lo que quiere contar la película. Esto que quiere contar, dicho sea de paso, es uno de los elementos más interesantes del film, porque «El irlandés» no es una simple película de mafiosos. Sí, tiene todas esas escenas y esos momentos que podemos esperar de una película así, pero también tiene una profundidad y unas ideas que demuestran con claridad que en la silla del director está sentado un grande. Por momentos, tiene intenciones muchísimo más cercanas a «El padrino» que a «Buenos Muchachos«, como para dar un ejemplo.
Esta intención cinematográfica, de recursos varios y herramientas audiovisuales bellísimas, está acompañada de un guion genial y el cual espero que reciba el elogio bien merecido que tiene. La historia de tan larga duración está relatada con una maestría impresionante. El manejo de la temporalidad (la película va y viene en el tiempo mediante flashbacks y nunca resulta algo confuso o innecesario), los diálogos, los conflictos y, sobre todo, los personajes, tienen una construcción tan cuidada que en algunas situaciones hasta se animan a competir y querer opacar el talento del director.
Es en esta atención por el detalle y en este cuidado por lo dramático que encontramos uno de los valores más importantes del film, generando esa diferencia tan crucial entre esta historia de mafiosos y cualquier otra. Esta es la vida de Frank Sheeran, y no puede ser de nadie más. A este talento se le suma una hermosa cuota de humor muy bien desarrollada que facilitan un poco las realmente muy bien llevadas 3 horas y media de duración. Toda esta calidad deja de sorprender tanto cuando vemos que el guionista es Steven Zaillian, quien tiene en su currículum el libreto de una de las mejores películas de la historia del cine: «La lista de Schindler«. Es verdad que quizás la primer media hora requiere de algún esfuerzo y una apuesta desde el espectador hacia el film, pero si dejamos pasar la barrera algo difusa del comienzo del primer acto, realmente somos recompensados con una historia excelente.
Tenemos también una propuesta sonora que hay que destacar. Por un lado es algo triste que, salvando algunas pocas excepciones como es el caso personal de quien escribe o las pocas personas que la han podido ver en algún festival, este film esté destinado a ser visto en pantallas chicas. No solo la imagen y la construcción cinematográfica es preciosa, sino que en el sonido tenemos un diseño tan bien logrado y que tanto pierde en un parlante por el televisor o una luz prendida en la habitación que es pertinente preguntar hasta dónde seguirá la puja entre los medios de streaming y las salas exhibidoras. Desde aquí no queda más que recomendar ver la película de una sola pasada, con las persianas bajas y el celular en silencio, adentrándose en lo que propone la obra y disfrutando cada una de las escenas y los ambientes sonoros que construye. Algo que, entendemos, puede resultar difícil, pero que en este caso puede hacer la diferencia.
Y qué mejor forma de terminar esta review que hablando del tridente actoral del film. Impresionante. Ver a estas bestias de la actuación hacer una vez más un papel de este estilo es un regalo para cualquier cinéfilo y no cinéfilo. No es necesario conocerlos con anterioridad, obviamente, pero si alguna vez viste alguna película de estos genios, la emoción de volver a verlos a este nivel de calidad, es impagable. También demuestran una versatilidad enorme, sobre todo Joe Pesci, quien tiene un personaje bastante diferente a los que solía hacer en este tipo de obras. Por otro lado, es genial recordar cómo, con dos caras y un gesto, Robert De Niro puede contar un personaje. El protagonista de esta historia tiene momentos donde realmente el actor logra contar tanto con tan poco. Clase maestra de actuación para cualquiera. Y, para cerrar, volver a ver actuar a Al Pacino en este nivel sencillamente no tiene precio. Quizás ayudado por tener los mejores chistes del film, el actor conocido por personajes como «Tony Montana» se come la película en cada escena que aparece y demuestra una habilidad y un esfuerzo fenomenal por siempre dar todo.
Quizás como último detalle queda aclarar que, como algunos que han seguido el desarrollo de este film ya sabían, este tridente actoral tiene escenas dónde son rejuvenecidos digitalmente con fines dramáticos y narrativos. Este efecto solo molesta muy poco en los primeros minutos de la película, siendo mucho menos radical y bastante más sutil mientras van pasando los minutos. Nada muy grave.
¿Es la mejor obra de Martin Scorsese? Eso es mucho decir, sobre todo si tenemos en cuenta que en su filmografía se encuentran películas tan variadas como «Casino«, «Taxi Driver», «El lobo de Wall Street» o «After Hours«, todas de una calidad indiscutida. Pero «El irlandés» puede fácilmente agregarse a esa lista y ser, por lo menos, una de las mejores.
Todo lo que ha hecho grande al director está en esta historia. Ese estilo de contar las conversaciones, esa peculiaridad tan única de cómo mostrar la violencia y esa intención de siempre querer ir más allá, todo eso está, y hecho con una mano magistral. Si había alguien en el mundo que se atrevía a discutir si Martin Scorsese estaba viejo, si podía o no seguir haciendo cine, acá está la respuesta de uno de los mejores directores de cine de la historia. Porque si, los grandes hablan en la cancha. Y Scorsese acaba de hablar al mundo entero. Viva el cine.