El título de este singular documental es utilizado con suma inteligencia por los realizadores Cristina Marrón Mantiñan y Salvador Savarese para establecer un conflicto relacionado a los hábitos de consumo de la música de jazz, pero también para reforzar un concepto o modo de entender al jazz en todos los órdenes de la vida tal como pregonaba, desde su acción y ejemplo, Jorge “Negro” González, contrabajista y hacedor de lo que fuera considerado por músicos y público afín como el refugio del jazz vernáculo en la ciudad de Buenos Aires durante décadas.
Jazz & Pop tuvo en la mística de González la enorme ventaja de nuclear músicos que hacían del arte de la improvisación su mejor arma de resistencia estética en tiempos de dictadura, pero cuyos orígenes se remontan a la época de oro cuando en la calle Corrientes pululaban bares o clubes donde el jazz se escuchaba de manera constante -al igual que el tango- y como explica uno de los tantos entrevistados a cámara se daba la paradoja que sobraban músicos y trabajo en aquellos años donde aparecieron grandes agrupaciones.
Luego de los ’50 y los ’60 cambiaron bastante las cosas en el país y de a poco el jazz vernáculo solamente fue privilegio de aquellos que lo encontraban al alcance de la mano en su santuario Jazz & Pop, donde pasaron todos los grandes de Argentina y también de afuera como el brasileño Hermeto Pascoal o Chick Corea, entre los más conocidos. Eso, sin menoscabar las figuritas locales como Jorge Navarro, Mauricio Percán, Chico Novarro, Litto Nebbia, Néstor Astarita, Baby López Furst, el Mono Villegas, todos ellos con el aporte constante de su inmenso talento pero también creatividad a la hora de desarrollar esas zapadas legendarias que no conocían de horas o días porque una de las premisas del Negro González era que Jazz & Pop debía permanecer abierto de lunes a lunes y no sometido a los rigores comerciales de un fin de semana para que la gente de menos recursos pudiera llegar sin ningún impedimento en cualquier momento.
El respaldo de la investigación se complementa con el aporte fotográfico, material de archivo cinematográfico y un rico puñado de voces autorizadas que relatan experiencias, acontecimientos relevantes de Jazz & Pop y rasgos humanos de su creador, quien durante el rodaje falleció y de alguna manera su desaparición originó cambios de rumbo en la estructura del film.
La banda sonora original ejecutada por músicos jóvenes como Guillermo Marigliano (Guitarra electrica y acustica), Andres Pellican(bajo electrico y contrabajo), Tomas Babjaczuk (bateria), Alvaro Torres (piano, rhodes y synthe), Alejandro Chiabrando (saxo tenor), Sophie Lusi (violin), Ricardo Pellican (guitarra acústica), complementa cada capítulo de esta melancólica página musical donde la dicha en movimiento choca con la melancolía de la pérdida, en el instante en que la melodía única e irrepetible desaparece del mundo.
En lo efímero renace esa inspiración que dejó el Negro y su mirada que excedía los valores intrínsecos de este género, el jazz como define Chico Novarro en uno de los tantos momentos inolvidables de esta hermosa pieza es movimiento y libertad y cuando estas dos palabras danzan a la deriva de un mundo imperfecto, la euforia y la tristeza renacen y no pueden improvisarse.