Los creadores de La promesa (1996), Rosetta (1999), El hijo (2002), El niño (2005), El silencio de Lorna (2008), El chico de la bicicleta (2011), Dos días, una noche (2014) y La chica sin nombre (2016) narran en su noveno largometraje la desgarradora historia del personaje del título (Idir Ben Addi), un muchacho de 13 años que en la Bélgica actual se debate entre la integración social que le proponen tanto su familia como su maestra de la escuela (a la que termina agrediendo físicamente) y el fanatismo religioso con el que lo manipula Youssouf (Othmane Moumen), el imán de la mezquita a la que acude. La pregunta que nos hacemos es casi inmediata, inevitable y angustiante: ¿estamos ante un posible terrorista yihadista en un futuro no tan lejano?
Si bien no se ubica entre los mejores trabajos de estos dos notables realizadores, El joven Ahmed resulta un film bastante compacto, intenso y provocador en su mirada a una problemática cada vez más acuciante en la Europa contemporánea con el furor del integrismo que aprovecha el desconcierto, la frustración y la irritación de tantos preadolescentes y jóvenes para sumarlos a sus causas extremistas.
En beneficio de El joven Ahmed podemos celebrar que evita el sentimentalismo de algunas de sus películas recientes, aunque también hay que indicar que el desenlace no está a la altura de la trayectoria de estos dos grandes maestros.
La sensación analizando su filmografía en retrospectiva es que Luc y Jean-Pierre Dardene concibieron sus films más contundentes y conmovedores en la etapa inicial de sus carreras y que luego -aun sosteniendo el rigor de sus narraciones y la mirada humanista de sus historias- comenzaron a repetirse en ciertos esquemas y enfoques, más alla de ir variando un poco sus temas. El impacto, en ese sentido, ya no es el mismo, aunque siempre es de celebrar la vigencia de dos autores que de alguna manera marcaron a fuego el cine (hiper)realista europeo al punto de convertirse en influencia y referencia para varias generaciones.