Un atajo entre dos mundos
Un adolescente belga de clase media y de origen árabe lleva una vida como la de cualquier chico hasta que la religión comienza a ocupar la mayor parte de su tiempo. Ahmed, con 13 años, está pendiente de la hora de los rezos y las abluciones, enfrenta a su madre que lo confronta preocupada por lo que parece una creciente radicalización religiosa y tiene al imán de su mezquita como su mentor y guía. En un momento, el hombre llama apóstata a una de las profesoras de la escuela de Ahmed, palabra que será clave para que el chico intente cometer su primer crimen en un episodio que desencadenará gran parte de los conflictos que plantea este nuevo trabajo de los premiados directores Jean-Pierre y Luc Dardenne.
Una vez más los cineastas y hermanos belgas regresan con un filme sobre la adolescencia, en este caso atravesada por la problemática de la asimilación cultural por parte de los nativos europeos hijos de inmigrantes. En el principio del filme, el objetivo de los directores parece ser mostrar el empeño en conservar las raíces culturales de los hijos de inmigrantes. Así ocurre con la discusión sobre si es conveniente para las nuevas generaciones aprender árabe con canciones o leyendo el Corán. Mientras, el imán de Ahmed subraya las diferencias entre musulmanes, judíos y “cruzados” y la maestra -que comparte la preocupación de la madre del chico por su comportamiento- se esfuerza por hacerle comprender que es posible la convivencia entre distintas religiones.