omo Rosetta, Ahmed es adolescente, está enfadado y mucho menos reconciliado con el mundo. Si bien la madre tiene alguna debilidad por el alcohol como la de Rosetta, acá la responsable de Ahmed y sus hermanos lejos está de descuidar a sus hijos. No es el trabajo o la falta de medios lo que abruma al joven, sino un deseo de conversión radical al islam siguiendo la guía de un imán del barrio cuya hermenéutica del Corán adolece de un literalismo tan pernicioso como cualquier otro sistema de creencias que no admita lecturas abiertas. En verdad, las razones por las cuales Ahmed se siente seducido por una variante tan exigua del islam son mínimas, apenas deducibles de la falta de su padre, de lo que se predica una culpabilidad inmediata del joven teólogo que lo entrena como si en Ahmed anidara un posible fanático que los Dardenne conciben como víctima de un demente moderado.