Harrison Ford es el coro
El Juego de Ender (Ender’s Game) es otro exponente de la ya agotada formula de Hollywood de transponer sagas literarias. Esta vez la obra elegida es la novela homónima de 1985 de Orson Scott Card. Desde el comienzo y a través de los diálogos de sus protagonistas y sobre todo a través del personaje interpretado por Harrison Ford (el Coronel Graff) se nos impone ver a Ender Wiggin (Asa Butterfield) como “El Elegido”, sin embargo el personaje que da nombre a la cinta no cumple argumentalmente ni las condiciones de esta denominación ni los nodos de aprendizaje necesarios para que sea considerado siquiera “héroe”. La figura del elegido implica un entorno místico o una estructura dogmática que justifican su existencia y su sacrificio. Ninguno de estos dos elementos estructurales son desarrollados con claridad en la película.
Por otra parte, la narración no permite percibir una evolución en el carácter heroico de Ender. El protagonista supera etapas con una facilidad desconcertante y la omisión de elipsis temporales que permitan entender esa superación como fruto de un conocimiento adquirido a través de un determinado tiempo, terminan lavando el relato y evidenciando de manera demasiado grosera los puntos de giro del guión.
Ender tiene el desafío de aplacar un instinto violento que no logra nunca ser orgánico a la caracterización del personaje de Butterfield (El niñito de Hugo). El actor se desenvuelve con facilidad en los momentos en los que se denota la frialdad de su personaje e incluso cierta violencia psicológica llevada a cabo de manera silenciosa y maquiavélica. Sin embargo, en las situaciones en donde debe expresar físicamente esa violencia, su apariencia y lenguaje corporal no logran transmitir nada. Ahí aparece una vez más Ford para decirle al espectador lo que debe pensar y sentir.
En todas las situaciones forzadas de la película está Harrison Ford para explicarnos lo inexplicable o decirnos como debemos reaccionar si queremos ser buenos espectadores.
Los personajes que orbitan alrededor de nuestro pseudo héroe mantienen con él extrañas relaciones. El desenvolvimiento de la relación de Ender con su familia se basa en algunas situaciones estereotípicas y en otras que resultan totalmente forzadas. De la misma manera resulta cómico notar que cada vez que el protagonista avanza a una nueva etapa, sus compañeros (que NO son los “elegidos”) ya están ahí esperándolo para conducirlo a su ascensión y victoria al final de la cinta.
En el antiguo Teatro Griego la función del Coro es explicar a los espectadores como debería reaccionar el espectador griego perfecto ante cada hecho que se representa. Miles de años después la función del coreuta continúa vigente en El Juego de Ender y es encarnada por Indiana Jones. Que belleza.