La regla no escrita
Más allá de transitar por el derrotero de toda película deportiva donde un equipo chico pasa a la historia para luego morder el polvo de la derrota en el partido final y que eso termine siendo todo, el mayor defecto de El juego de la fortuna radica en el público al que va dirigido: norteamericanos fanáticos del baseball.
Cualquier otro tipo de análisis que pueda hacerse como muchos aventuran -exageradamente se considera compararla con la Red social del deporte- es sencillamente sobrevaluar una película correcta que cuenta con las actuaciones principales de Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman y Robin Wright, quienes se ajustan a sus respectivos papeles sin descollar.
Pitt interpreta el rol de Billy Beane, director general o lo que podría denominarse manager de un equipo de baseball, Atléticos de Oakland, que tras una seguidilla de derrotas atraviesa una de sus peores crisis y debe arrancar la temporada siguiente con muy poco presupuesto disponible para rearmar un equipo competitivo. Pero las reglas del capitalismo determinan también la lógica deportiva en una brecha entre equipos ricos y equipos pobres que precipita aún más la caída. Sin embargo, la aparición de un joven economista (Jonah Hill), metódico y riguroso analista de estadísticas, convencerá al manager de cambiar el rumbo de la estrategia e ir en contra de toda tradición para desafiar a las leyes del baseball y de la economía propiamente dicha con las de las estadísticas y conformar un equipo ganador con jugadores que cualquier otro descartaría. Así las cosas, las tensiones internas con el entrenador (Philip Seymour Hoffman); quien debe adaptarse al cambio constante de jugadores; y las negociaciones que deberán llevar a cabo para tratar de escribir un nuevo capítulo en la historia del baseball forman parte del eje de este film al que le falta emoción genuina, a pesar de la buena actuación de Brad Pitt y la correcta dirección de Bennett Miller, quien estructura el relato entre presente y pasado bajo el convencional recurso del flashback para adentrarse en la juventud del protagonista cuando era una promesa deportiva y la actualidad en la que debe afrontar los fantasmas de ese pasado, recuperar el contacto con su hija y demostrar a todos que apostó a ganador con este novedoso método.
Para aquellos que no conozcan la dinámica del juego y las reglas básicas resultará un tanto tortuoso enfrentarse a un mundo donde la tensión se disputa en el número de golpes o de carreras que un equipo suma sobre el otro o por las hazañas de pegarle a una pelota con un bate y sacarla del estadio para levantar multitudes y recibir un asombrado ohh. Claro que sobre gustos no hay nada escrito pero en lo que respecta a la dinámica de un film sí puede opinarse.
De este modo, es justo anticipar que estamos en presencia de un film hecho a la medida de los Oscars con la historia de un hombre que cree en sus sueños y lucha contra las adversidades de un sistema que se rige solamente por los éxitos y que castiga los fracasos con la misma virulencia y exitismo de la victoria, sin otro mensaje interesante a la vista: esa es la regla no escrita.