Envidias, traiciones, avaricia, soberbia. Si hasta un gordito es obligado a rebanarse la barriga para pagar sus culpas, que sumarían la gula a los anteriores pecados capitales. Esto último es lo que ocurre en la primera escena de “El juego del miedo VI” y es un aporte más al perfil moralizante del filme, que se filtra entre los cortes, hachazos, puntazos y automutilaciones de esta nueva entrega de la saga. Todo mezclado con frituras, ácidos y balazos que denotan el sadismo extremo de la serie. Tanto es así que por momentos la redundancia obtiene el efecto opuesto al buscado.
Si bien los excesos son gratuitos, aunque funcionales al género y estilo de la película, no es casual la ensalada de actualidad, morbosidad, dogmatismo y pretensiones culturales. Tampoco el aderezo con algo bastante conocido y mucho más profano como la justicia por mano propia y el juicio y castigo sumario a quienes hayan sucumbido a la mezquindad humana ya no delinquiendo sino cometiendo actos como la usura, la delación o la negligencia que puede costar vidas inocentes.
La idea de que “el que las hace las paga” y la ley del Talión están latentes durante toda la película. Como complemento aparece una mención con aspiraciones intelectuales ya que “El juego del miedo” apela también a una cita de Shakespeare. Así lo hace Jigsaw cuando les pide a los primeros torturados su “libra de carne”, tal como lo hace Shylock en “El mercader de Venecia” a su cliente como retribución por su deuda.
El enorme esfuerzo de imaginación del guionista y el director para superar en cada escena el ingenio puesto en la intrincada elaboración de ese sistema de premios y castigos que establece el asesino justiciero, sorprende en los primeros tramos pero se diluye con el tiempo a pesar del impacto de las imágenes. La reiteración se impone en la estructura narrativa y entonces habrá que esperar a ver en qué consistirá la nueva y macabra prueba que tendrá que pasar el protagonista, que en este caso se trata del más alto directivo de una empresa de seguros que tiene que “pagar” por las consecuencias de sus decisiones y que costaron la vida de varios personajes.
Jigsaw/John Kramer sigue lucrubrando sus malignas estrategias. Con ellas logra hacer recorrer a sus personajes “culpables” por un purgatorio y un infierno terrenales, y reserva la salvación para los puros y su regreso a un mundo, que, está claro, para él no es ningún paraíso.