El coleccionista de clichés
Debía ser un trabajo más. La familia debía estar de vacaciones, la casa deshabitada, la caja fuerte localizada, sólo debería tomar la joya y concretar el negocio antes de medianoche. Pero para Arkin esa no iba a ser su noche de suerte. Otro hombre estaba en la casa y con otras intenciones. De las macabras y sangrientas.
Desde el estreno de "La Masacre de Texas" en 1974 no fueron pocos los que decidieron seguir ese camino de violencia, sangre y mutilaciones, con mayor o menor impacto. Unos años atrás llegó "Saw" para redefinir el género sumando importantes dosis de sadismo a las historias, algo que este filme que nos ocupa le debe. No es original, pero se anima a ir un poco más allá, alcanzando lo risible. Por momentos, el psicópata en turno pone tantas trampas que recuerda, incluso en el tipo de ellas, al coyote en su intento de atrapar al correcaminos.
De todas formas el director logra mantener la tensión en el relato, cierto suspenso y algún que otro susto. Pero es en el guión donde está la mayor falla. La inconsistencia del villano, su falta de historia, la ausencia de su "por qué" le restan presencia y lo dejan al nivel de una presencia ejecutora sin sustento.
Los amantes del género tienen en este filme un entrenimiento digno, con uno de esos finales que tanto gustan a los cultores del terror sádico tan de moda en los últimos tiempos. El resto debería tomar ciertas precauciones antes de ver esta película. No tener el estómago muy cargado, por ejemplo.