Robert Downey Jr. está omnipresente en este filme sobre un abogado sin escrúpulos.
En un momento, Robert Downey Jr. hizo un clic y dejó de hacer de pendenciero rebelde -aunque se ve que lo de fanfarrón le sale naturalmente, porque lo mantiene película tras película- y pegó un giro en su carrera. Claramente lo benefició, y en esto nada deberían tener que ver sus adicciones, hoy abandonadas, y sus meses en prisión. No.
Downey Jr. creció y no sólo en edad. Además de ser Iron Man, produce dramas como El juez -del director David Dubkin, hasta aquí especialista en comedias como Los rompebodas-, que también protagoniza, y aunque en ella todo parece regido por el esquema de Hollywood, él y Robert Duvall, su padre en la ficción, están un escalón más arriba.
La trama, sí, lo tiene en el centro de la escena. Aquí personifica a un abogado al que suelen contratar tipos que sabe que son culpables, pero él es exitoso y los hace liberar o ganar los juicios por dinero. Mucho dinero. Habrá que ver si puede evitar que su padre, del que está distanciado desde hace años (y la película se irá encargando de decir los motivos), no termina en la cárcel por un homicidio culposo.
El juez del título es un Robert Duvall cascarrabias, que acaba de perder a su esposa y que tiene otros dos hijos allí, en Indiana. La película se olvida un tanto de estos dos (uno con retraso mental, el otro -Vincent D’Onofrio- bastante apacible) para quedarse en la tensa relación padre hijo. Pero como tal vez creyeron que esa línea no podría sostener todo el relato, le agregaron subtramas -la mujer le pone los cuernos; en el pueblito que abandonó, Henry reencuentra a su ex novia-, pero siempre, siempre ¿eh?, Downey Jr. está en pantalla.
Así, entre el entorno del personaje -familiar y de relaciones amorosas- y el conflicto judicial, la cosa termina a dos aguas. ¿Importa saber si el papá de Henry atropelló a propósito, o no, al occiso? ¿Henry volverá con su mujer? ¿Se quedará con la ex novia? ¿Volverá algún día a la gran ciudad a terminar el juicio que abandonó porque falleció su mamá?
Entre tantas preguntas deambula El juez, por momentos un filme recalcitrante en su demagogia, cuando no remarca con trazos fuertes lo que debía mostrarse con sutileza. Apartando las actuaciones, es tan salido de manual todo lo que sucede en pantalla que estaríamos hablando de un patrón estereotipado, al que la bandera flameando no le agrega ni le quita nada. Eso sí, gracias a Downey Jr., Duvall, Vera Farmiga, D’Onofrio y compañía.