David Dobkin es más bien conocido por hacer comedias (los caza novias, Si Fueras yo, El Hermano de Santa) que por hacer drama. Por eso resulta extraño dirigir un filme con tintes oscuros con actores de la talla de Robert Duvall y Robert Downey Jr. Pero sabemos que el drama no es un género nada fácil y se nota por todos lados.
La historia es simple, va de un abogado, Hank Palmer (Downey Jr.) con tintes de Iron Man y Sherlock mezclados en un mundo más contemporáneos, es un brillante abogado que regresa a su tierra natal para el funeral de su madre. Es ahi cuando se entera que su padre, el respetable juez Palmer, ha sido acusado de asesinato. Deberán superar sus diferencias si quieren trabajar juntos y salir libres de los cargos.
Su larga duración (2 horas y 30 minutos) la hacen pesada y soporífera. Pareciera que a Downey Jr. ya se le olvidó que posee el suficiente talento para entregar actuaciones dignas y sus últimas ocasiones ha interpretado al mismo personaje pero con diferentes máscaras: Palmer es una mezcla entre el extraño Tony Stark y el inteligente Sherlock Holmes. La película recae en el grandísimo talento de Duvall que le ha merecido una nominación a mejor actor de reparto en los oscar, pero el guión tiene tantos huecos y fallos que es difícil tomar en serio un filme así. Y ojo, que la historia podría ser buena, pues un juez intachable y de larga carrera de repente se ve acusado de
asesinato en un pequeño pueblo justo después de la muerte de su esposa. Pero como lo hemos
mencionado antes, el dirigir drama no es nada fácil y no cualquiera lo puede hacer, y Dobkin sale mal parado de su primer acercamiento al género