Apuesta perdida
El jugador seguramente será recordada como la última película en la que participó Oscar Alegre, un muy buen actor argentino, que falleció el sábado 12 de noviembre. Su papel sin dudas aportó el rol más interesante del film. Un personaje de reparto, donde Oscar encarnó a Pascual Palma, el abuelo del protagonista. Se destaca su participación, ya que le aportó lapsos de comedia a una obra muy chata, donde sin ser el papel más brillante de su carrera, le alcanzó para despegarse del resto del elenco.
Esta obra, dirigida y guionada por Dan Gueller, e inspirada en la novela de Fiódor Dostoievski, contó con dos protagonistas más que interesantes, Alejandro Awada y Pablo Rago. Pese a la calidad indiscutible de estos dos actores, el film es tan paupérrimo y aburrido que parecería ser una puesta en escena para hacer una propaganda del casino de Mar Del Plata. Quizás esto se deba a la proximidad del verano y a las pocas expectativas en la convocatoria de esta temporada.
Es interesante observar en esta película, no sólo la falta de narrativa del guión, sino además la carencia de encanto y carisma en los personajes. Lamentablemente para el cine argentino, esta obra recae sobre un intento de acción / comedia, con un léxico burdo y sin sentido. La historia de fondo que jamás termina de entenderse y deja muchos cuestionamientos, que en apariencia no son por la intención del libreto, sino por falta de argumentación en cuanto a la construcción del mismo.
La temática se centra en dos hermanos herederos de un emporio de carnicerías, donde el mayor, Sergio Palma, interpretado por Pablo Rago, malgasta el dinero de su abuelo, Pascual Palma, y con la excusa de invertir en locales en Mar Del Plata, viaja a la ciudad para meterse en un negocio de compra y venta de cocaína.
Alejandro Reynoso, interpretado por Alejandro Awada, es la “mano derecha” de “Don” Palma, y deriva en la ciudad costera para llevarle a Sergio, dinero que le pidió a su abuelo. Hasta ese momento la película parecería al menos entretener al espectador, pero todo lo que deriva desde ese entonces, se convierte en incongruencias, violencia absurda y diálogos sin sentido.
Pablo Rago realizó un papel pobre, donde se destaca la doble personalidad de su personaje que varía entre ser el Macho Alpha y ser un pollito mojado ante la presencia de su abuelo. Por su parte, Awada jamás pareció sumergirse en su papel, quizás por la carencia de atractivo de la realización en sí. O quizás por falta de compromiso con la obra. Lo único que se refleja es un hombre que se queda en la mitad de todo tramo, desganado y sin brillo ni vida.
Dan Gueller pareció conformarse con una producción muy básica, donde aparentemente decidió no interferir en el trabajo de los actores, o peor aún, en caso de hacerlo, no logró transmitirles lo necesario para que la película funcione. Su guión, si bien tiene algunas incongruencias y falta de información, permitía la libertad a los artistas para hacer un papel mejor. Habrá que consultarles por qué no pasó.
El jugador, por ende, es una película vacía, sin encanto ni aporte cultural, donde pequeños momentos distraerán al espectador de la obviedad del guión y la simpleza de sus personajes.