Dostoyevski en Mar del Plata
Con buenas actuaciones, la opera prima de Dan Gueller combina policial negro y comedia.
Dan Gueller no se anda con chiquitas. Para su opera prima eligió adaptar de una de las novelas canónicas de la literatura universal: El jugador, de Fiódor Dostoyevski. Es una versión libre: con un tono de policial negro, transcurre en la actualidad, en el hotel Provincial de Mar del Plata, y con varios personajes diferentes o nuevos con respecto al original. Pero el núcleo es muy similar: un hombre que trabaja para un viejo acaudalado se somete a los designios de la ruleta a pedido de la nieta de su patrón, de la que está enamorado, y deberá lidiar tanto con el azar como con el hermano de la chica y la propia caprichosa.
Alejandro Awada compone al clásico (anti)héroe silencioso de los policiales: el tipo curtido por la vida, vencido, taciturno, recio, capaz de no alzar la voz y de jugarse la vida. Ludópata recuperado, vuelve a caer en su adicción por culpa del amor. Su contrapunto es una dupla bufonesca a cargo de Pablo Rago y Esteban Bigliardi: el primero es el otro heredero de la fortuna del viejo, pero mientras espera la muerte de su abuelo quiere ganar dinero fácil y se mete en negocios turbios junto a un secuaz.
Así, la película oscila entre el policial negro -con, a falta de una, dos femmes fatales- y la comedia. Un vaivén osado, que por momentos funciona muy bien y en otros momentos no tanto: hay algo de hibridez, como si ninguno de los géneros estuviera llevado a fondo y todo se quedara a medio camino. Sobre todo la trama de suspenso, que presenta algunos giros inexplicables.
Sin ánimo de caer en los panegíricos a los que suele llevar la muerte de un artista, el trabajo de Oscar Alegre -fallecido el sábado- merece una mención aparte. En su última aparición cinematográfica interpreta al Abuelo, patriarca millonario de esa familia atípica, con una gracia y un oficio que hacen lamentar sinceramente su partida.