El Justiciero 2

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

EN TU CARA, LIAM

Denzel se hace el buen samaritano... a las piñas.
Denzel Washington no quiere perderse el tren de los héroes de acción maduritos y vuelve a la carga con “El Justiciero 2” (The Equalizer 2, 2018), secuela de la película de 2014, que trajo a la pantalla grande al personaje de la serie televisiva homónima de la década del ochenta.

Robert McCall (Washington), ex black op jubilado (y dado por muerto en los papeles, ponele), cambió el trabajo en la ferretería por un remis, con el que alterna sus días de ocio y de buen samaritano. Después de ayudar a Alina (Chloë Moretz) en la película anterior, Bob le tomó el gustito a esto de salir de las sombras por un rato y poner sus habilidades al servicio de aquellos que lo necesitan.

El resto del tiempo se dedica a transportar a los habitantes de Boston (Massachusetts), hacer buenas migas con los vecinos, mantener el perfil bajo y terminar una extensa lista de libros pendientes. Un tipo que vive tranquilo sin joder a nadie y, de vez en cuando, hace un trabajito anónimo y extraoficial en el extranjero.

Así comienza la película de Antoine Fuqua -que repite tras las cámaras-, con McCall en un tren de camino a Estambul y una misión bastante clara. “El Justiciero 2” arranca bien arriba y a pura súper acción, mechando con la impasibilidad del protagonista y sus métodos tan refinados, aunque no menos violentos.

En seguida volvemos a la tranquilidad del hogar, tal vez demasiado tranquilo, ya que el guión de Richard Wenk (“16 Calles2, “Los Siete Magníficos”) se toma su tiempo (demasiado) en sentar el verdadero conflicto de la historia, uno bastante flojo de papeles, por si preguntan.

En algún lugar de Bruselas (Bélgica), Susan Plummer (Melissa Leo) y Dave York (Pedro Pascal), operativo de la Agencia de Inteligencia de Defensa, llegan para investigar el aparente homicidio/suicido de un agente y su esposa, un caso que pone en alerta a la vieja amiga de Robert, la única que, junto a su marido Brian (Bill Pullman), están al tanto de su paradero. Las cosas se complican y a McCall no le queda otra que salir a la luz e involucrarse para atrapar a los malos de turno.

Nadie puede negar la elegancia con la que filma Fuqua -otro egresado de la escuelita de los videos musicales-, con principal atención a los espacios y las escenas de acción. Pero los principales problemas de esta secuela radican en el ritmo (dos horas que se sufren), y una justificación bastante tonta para todos los murtos que va dejando por el camino.

“El Justiciero 2” nos presenta un montón de personajes secundarios –un anciano al cual transporta Robert; un joven vecino al que trata de alejar de la delincuencia- pequeñas conexiones que, en definitiva, resultan un estorbo para la trama principal y sólo sirve de excusa para reforzar las actitudes más nobles de nuestro héroe.

La previsibilidad y los lugares comunes del género pronto se hacen presentes y no queda mucho más para disfrutar que el desenlace natural de los acontecimientos y ese encuentro final y violento, que nunca puede faltar en este tipo de películas, acá, con huracán incluido.

Sabemos que Denzel, a esta altura, casi que actúa por inercia y la mayoría de las escenas le salen de taquito, pero tiene más de sesenta pirulos, y ni lo vemos sudar un poco a lo largo de la película. No queremos discriminar al héroe entrado en años, pero este tipo de historias cargadas de misterio y giros inesperados, piden a gritos cierta credibilidad, y no presentarnos a estos superhombres como el Bryan Mills de Liam Neeson.

Pequeños detalles que se van sumando a esa trama flojita y al hecho de que, al igual que la película anterior, se nos hace un poco complicado relacionarnos con este personaje tan adusto y reservado. Se supone que debemos compadecernos de las víctimas que él busca ayudar, y así justificar hasta sus actos más violentos, pero acá no hay muchos elementos de los que podamos agarrar para tal fin o, tal vez, el problema reside en que, justamente, hay demasiados.

Fuqua junta a un gran elenco, actores de primera línea que poco pueden hacer con un argumento trillado que repite fórmulas y el mismo esquema de la película anterior (no, no es un cumplido). “El Justiciero” no vino a cambiar las reglas del género, aunque uno esperaría, al menos, un poco de entretenimiento pasatista. Imposible cuando el ritmo va por un carril y los acontecimientos por otro muy diferente. No hay cohesión, pero sí demasiadas subtramas que distraen, o mejor dicho, que ocultan el hecho de que los “malos” tienen una motivaciones bastante vagas.

Lo más lindo es ver como Pedro Pascal se sigue afianzando como protagonista de Hollywood, sumando papelitos por aquí y por allá (“La Gran Muralla”, “Kingsman: El Círculo Dorado”, “Wonder Woman 1984”), aunque lamentablemente este añade otro bodrio a su currículum.

El director tampoco la viene pegando con sus elecciones más recientes, entre remakes injustificadas como “Los Siete Magníficos” (The Magnificent Seven, 2016), dramas sin mucho peso como “Revancha” (Southpaw, 2015) y esta secuela que, tranquilamente, podría haber dejado en otras manos y ocupar su tiempo en historias más interesantes.

“El Justiciero 2” está bien filmada, Fuqua elige detenidamente los planos y le presta atención a los detalles. Pero en última instancia, no alcanza con que se vea linda y las escenas de acción queden bien delante de la cámara, tiene que haber una buena historia que lo sostenga todo.

LO MEJOR:

- A Denzel esto le sale de taquito.

- Queremos a Pedro Pascal en todos lados.

- Fuqua filma lindo.

LO PEOR:

- No hay una trama que sostenga tanto embole.

- El ritmo desentona, como muchos de sus sub plots.