Denzel Washington vuelve a dar una actuación solida en un personaje que evidentemente le gusta interpretar. Es una historia cuyo argumento flota por los aires y la narrativa la hace lenta, aunque una buena dosis de acción siempre es bienvenida y más cuando se trata de películas que no van a los bifes directamente.
Denzel Washington es uno de esos actores que siempre serán recordados, sobre todo por la intensidad con la que interpreta sus diferentes papeles y roles. Desde la dura Philadelphia (1998), pasando por Training Day (2001) y The Magnificent Seven (2016), las diferentes caracterizaciones del actor, siempre han estado en lo más alto de la consideración popular.
En 2014 le llegó un rol caído del cielo, cuando le ofrecieron la oportunidad de protagonizar una nueva película de acción, bastante más madura que muchas de las de su repertorio. Bajo el nombre de The Equalizer (El Justiciero, 2014) Denzel se puso la 10 en la espalda y salió a patear traseros de rusos a lo largo y ancho de Chicago. Robert McCall (Denzel) un hombre de lo más común y corriente, tiene un amor sagrado por el orden, la rutina, la paz y sobre todas las cosas, la justicia. Toda esta aparente tranquilidad que el bueno de Bob demuestra en su día a día, se ve llevada al extremo cuando mafiosos rusos atacan a una adolescente que se vio casi obligada a ejercer la prostitución a manos de los rufianes europeos. Al enterarse de estos problemas, un lado oculto de Robert saldrá a la luz e intentará acabar con esta banda de mafiosos y extinguir el problema de raíz. Esa es la premisa básica de esta historia, un hombre que parece de lo más corriente, metódico y humanitario. En esta secuela, McCall regresa para seguir combatiendo por su cuenta a delincuentes, secuestradores o cualquier tipo de extorsionador, por muy arriesgados que sean.
En esta ocasión, el justiciero va a tener que enfrentarse a un caso en el que entrarán en juego cuestiones muy personales. Y es que Susan Plummer (Melissa Leo), su ex-compañera y agente retirada, ha desaparecido. De esta manera, la misión hará que McCall se vea cara a cara con secuestradores y sicarios de alto nivel con los que nadie está a salvo, mientras que pone a prueba su tenacidad y habilidades ahora que alguien querido está en juego.
Partiendo de la base de que una secuela no era del todo necesaria, hay que decir que ésta logra estar a la altura. Sin ser más que su primera entrega, esta nueva aventura reúne todos los elementos, buenos y malos, que hicieron de la original, una gran película de acción. Nuevamente bajo la dirección de Antoine Fuqua, la película retoma el nivel narrativo de su antecesora, creando un clima por momentos distendido con grandes coreografías de combate, balaceras, persecuciones y demás. Con una estructura y un guión bastante similar a la original (por no decir idénticos), el director cae en un error bastante grosero a la hora de querer desarrollar con profundidad la bondad y ganas de hacer justicia que tiene Robert. Si había algo que quedado claro en la primera película, era que él no busca nada a cambio de lo que hace, todo lo contrarío, lo toma como una “obligación” casi moral. Todo el buen ritmo que se muestra a la hora de la acción propiamente dicha, se ve por momentos hasta desperdiciada cuando cae en estos baches narrativos. Otra falla, es la rápida visualización del villano de turno, quitándole misterio e intriga al filme.
Mientras que Denzel Washington vuelve a dar una actuación solida en un personaje que evidentemente le gusta interpretar, el resto del elenco cumple de buena manera pero sin generar ningún tipo de sorpresa. El cast se completa con actores de buen curriculum como Bill Pullman, Mellisa Leo, Ashtori Sanders y Pedro Pascal, pero que no terminan de explotar en ningún momento. Es posible que el guión no les da lugar a explayar sus personajes, aunque después de todo, la historia no se centra en ellos. Sin embargo le podrían haber dado una mayor responsabilidad, sobre todo teniendo en cuenta la calidad de actores que son.
En una historia cuyo argumento flota por los aires y la narrativa la hace lenta, aunque una buena dosis de acción siempre es bienvenida y más cuando se trata de películas que no van a los bifes directamente. Hay un desarrollo de un personaje, una historia, un pasado oculto y una filosofía que, si bien puede ser cuestionable, es concreta y funciona. Sí pudieras hacer algo por alguien, sin esperar nada a cambio, ¿Lo harías? Bob lo tiene bien en claro y no se detendrá hasta que todos paguen por sus crímenes.