"Un héroe de acción"
Denzel Washington vuelve a la acción en la piel de Robert McCall, un tipo aparentemente normal y aburrido que un día explota de ira y se convierte en el vengador de los desvalidos. Washington vuelve a trabajar con Antoine Fuqua, que ya lo había dirigido en Día de Entrenamiento, y eso se nota. McCall, nuestro protagonista, es capaz de las más impresionantes y crueles proezas sin que le tiemble el pulso y aún así mostrar un costado sentimental. Es sin duda el lado fuerte de Washington.
Sin embargo, lo que para el actor es su fortaleza, también es su debilidad. Parece que los guionistas ven a Denzel y escriben un personaje bastante en común para cada una de sus apariciones. En exceso, esto puede cansar al público. Cobrar venganza por el destino de una chiquita con la que él se llevaba bien me recuerda a Hombre en Llamas más de lo que me gustaría. Sin embargo, el acierto es que sólo descubrimos el lado de acción de McCall después de un buen rato.
Al principio el personaje es un tipo que vive tan correctamente que incomodaría a cualquier persona normal. Es como Ned Flanders sin humor, y cuando intenta hacerse el groso queda como un idiota. Pero de pronto el hombre de los libros y la camisa abotonada hasta lo último se convierte en un asesino despiadado. La idea es darle un mensaje a los proxenetas que tienen atrapada a su amiga del bar, Chloë Grace Moretz, en una red de trata de personas. Pero resultó en tanta mala suerte que no eran proxenetas comunes y silvestres sino capos de la mafia rusa.
Podría haber dejado todo como estaba, pero tenía que ser el héroe de acción y tratar de desbaratar él solito toda la red de mafiosos. Lo más notable es que es tan hábil que es algo factible. Para los fans de las películas de acción, está es la suya. Una historia de acción hecha y derecha, con todos los elementos narrativos de la buena acción. Un retirado de los malos hábitos vuelve gracias a una provocación, ver cómo los malos se aprovechan de los vulnerables. Es de librito.
Lo mejor de esta producción es la fotografía. Las escenas con VFX bien aprovechadas, la cámara lenta y la profundidad de campo, construyen unos planos que por momentos recuerdan a Sin City pero a colores. Si se abusara de este recurso sería un exceso, pero en su justa medida como está aquí, crea un ambiente excepcional que despega esta película de otras mil películas de acción con historias similares. Un blockbuster para los fans de las explosiones y las peleas cuerpo a cuerpo, aunque narrativamente no es demasiado original.
Agustina Tajtelbaum