FURIA VENGADORA
Denzel Washington interpreta a un misterioso McCall, un hombre de pasado turbio que ha iniciado una vida nueva y tranquila. Vive solito, trabaja en un corralón, no habla con nadie, todos los días se toma un té en el bar de la esquina y lee. Allí conoce una prosti joven y desamparada que es explotada por unos rufianes rusos. Cuando se entera que la han desfigurado, McCall deja el té a un lado, se calzará el viejo traje de justiciero y volverá a la calle. Historia conocida a la que el realizador Antonio Facqua sabe sacarle algún provecho. Una música bien puesta, unos personajes bien pintados, energía y ritmo, todo sirve para redondear un aceptable entretenimiento. Lo mejor es el fenomenal Denzel Washington, uno de los grandes actores de este tiempo, un intérprete clásico que llena la pantalla con su magnética presencia.
Es una pena que el film pase del buen clima intimista del comienzo al desfile de peleas inverosímiles de la segunda parte. Facqua nos quiere hablar de un tiempo donde hasta el más pacífico es capaz de verse desbordado por la furia y la venganza. “No vino a pedirnos ayuda sino a pedirnos permiso”, dice una ex compañera suya; sabe que no es el instinto sino la dura calle la que convoca a este justiciero implacable y hastiado.