Hay dos películas en una en EL JUSTICIERO, dos que nunca terminan de conectar del todo bien. Basada en una serie de televisión de los ’80 pero muy libremente adaptada, la película de Antoine Fuqua (DIA DE ENTRENAMIENTO, ATAQUE A LA CASA BLANCA) intenta al principio ser algo más que un simple policial de vengador violento que, por sus propias manos, pone en jaque a una organización mafiosa. Pero, finalmente, termina siendo algo muy parecido a eso.
Durante casi media hora no hay casi acción en el filme. Denzel Washington interpreta a un metódico y solitario empleado de una especie de Home Depot, a mitad de camino entre un “samurai” de la vida sana y cultor de cierta pureza filosófica (solo ver lo que hace con un saquito de té lo deja en claro) con un depresivo trabajador de una fábrica, más cerca del Travis Bickle de TAXI DRIVER que de un Charles Bronson, por citar dos modos de “vengador” de un cine de los ’70 al que esta película por momentos se acerca. Pero el hombre no duerme bien de noche y siempre va a un bar a tomar su tecito. En el bar, claro, no muchos toman té y es ahí donde conoce a una chica rusa muy joven (Chloe Grace Moretz) que, pronto sabremos, es una prostituta que trabaja para unos rufianes rusos que son, apenas, la cara más o menos visible de una cadena de mafiosos aún más grande.
Denzel-Washington-The-Equalizer-MovieEs evidente que Robert McCall (Washington) no es simplemente un trabajador aburrido y rutinario. Tiene un pasado que iremos sabiendo de a poco y que le permite, cuando a la chica la golpean sus jefes, emprender una venganza que envidiarían algunos superhéroes de esos que tienen capas, se convierten en cubos de hielo o lanzan telarañas. Esta especie de Batman de clase media baja, sin más gadgets que un cronómetro, mucha concentración y un gran talento para el uso de destornilladores, tenedores y otros implementos que encajen bien en cuellos ajenos pasa de despachar a los mafiosos en cuestión a convertirse no solamente en un justiciero al paso sino que, a la vez, el encargado de enfrentar por sí solo a unos rusos de Rusia que son jefes de los otros rusos y vienen a buscarlo a Boston.
La primera mitad –o un poco menos– de la película mantiene ese tono mecánico y hasta monótono propio de la vida personal zen de Robert. Y si bien esa calma no desaparecerá –ni tampoco, del todo, la forma económica de filmar de Fuqua–, la segunda parte del filme lo mostrará convertido, decíamos, en un personaje que encajaría en el universo de Marvel. Como si la furia violenta final de Travis Bickle se extendiera a lo largo del 60% de aquella obra maestra de Scorsese, o si una película de 1975 se convirtiera como por arte de magia en una de 1987, con toques actuales.
The-Equalizer-20-Denzel-WashingtonEs ahí, entonces, que la película empieza a tornarse menos y menos creíble, con sus rivales dignos de la saga James Bond y con trucos visuales de un director que estuvo estudiando la serie SHERLOCK. Y si bien Fuqua deja en claro que McCall tiene un pasado que lo capacita, supuestamente, para liquidar a todo el Este de Europa con un escarbadientes, la película lleva esas habilidad (y el tiempo que le toma usarla, a razón de un ruso o aliado de ruso cada diez minutos) demasiado lejos.
Obviamente es esa segunda parte la que hará que EL JUSTICIERO sea un éxito (la otra es más parecida a una película de Jim Jarmusch y eso no estaría vendiendo muy bien en los mercados internacionales) y la que continuará en las segundas y terceras partes que el filme pueda tener. La carta salvadora de la película será siempre Denzel Washington, un tipo que puede hacer creíbles aún las situaciones más inverosímiles. Clint Eastwood abandonó a su similar “Harry el sucio” a los 58 años, después de 20 años de “carrera” y cinco películas. Denzel arranca con su Robert McCall a los 60 y, al menos por ahora, nos logra hacer creer que tiene tela para rato. En unos 15, 20 años, imagino, lo veremos haciendo de las suyas en algún peligroso geriátrico de Boston manejado por neonazis.
PD. Los fanáticos, como yo, de EL LOBO DE WALL STREET recordarán a THE EQUALIZER (tal es el título original del filme) como la serie que veía con devoción el padre del personaje de DiCaprio y por la que enfurecía cuando lo llamaban por teléfono en el medio y se la interrumpían.