Empeñarse en seguir repitiendo la rutina familiar, como si nada hubiera sucedido, al cabo de una tragedia, es la arriesgada tarea que parecen haberse impuesto Becca y Howie Corbett, una familia feliz hasta que estalla el infierno tan temido. En ese retrato de familia, nada suena natural, porque ya nada será como antes, aunque se empeñen en llevar adelante, cada día esa comedia del hogar equilibrado. Hay pérdidas irreparables y heridas que no van a cerrar así nomás. Seis meses atrás, su hijito de cuatro años, había salido corriendo a la calle y murió atropellado por un automóvil. Falta saber, ahora, cómo, de qué manera elaborar esa ausencia. ¿Podrán soportarlo? ¿Podrán ellos seguir conviviendo y enfrentando lo que les espera, con una actitud que no se cargue de remordimientos y reproches? La película dispara todos estos interrogantes que sobrevienen ante una muerte inesperada.