En la canción que da título a esta reseña, The Supremes (y posteriormente Phil Collins) comenzaban diciendo “Necesito amor, para calmar mi mente, y necesito encontrar alguien que sea mío...”, algo de eso es lo que le sucede a Pat Solatano Jr., el logradísimo personaje de Bradley Cooper en El lado luminoso de la vida; un hombre casado, bipolar, que terminó en un internado neuropsiquiátrico luego de un “altercado” con el amante de Nikki, su esposa. Por intermedio de Dolores (Jacki Weaver), su madre, logra salir del hospicio en contra de las recomendaciones del padre y de los mismos médicos. Pero Pat parece tan obsesionado como antes, sólo le interesa recuperar a Nikki, levantar la orden de restricción en su contra y re-conquistarla (aunque esto no sería necesario, ya que para él ambos se siguen amando).
David Owen Russell es, cuanto menos, un director y guionista ecléctico, puede pasar tranquilamente de una comedia política paródica de acción como Tres Reyes, al delirio de Yo Amo Huckabees, y el drama de golpe bajo de The Fighter. Ahora parece querer incursionar en la comedia dramática romántica, y lo hace manteniendo ese espíritu semi-indie hollywoodense que ya probó en sus anteriores trabajos. El resultado, una película simpática, entretenida, bien actuada, con momentos muy logrados y otros más promedio.
Pat sale del neuropsiquiátrico y va a vivir con sus padres, los cuales no parecen comprenderlo del todo, su madre lo defiende a regañadientes, y su padre Patricio Solatano Sr. (tan obsesivo como él) se debate entre devolverlo al hospital o utilizarlo como amuleto de la suerte para su equipo de Fútbol Americano. Con todo, intenta, como puede, reinsertarse en la sociedad, y es así como en una cena con un matrimonio amigo conoce a Tiffany (Jennifer ) una mujer igual o más traumada que él. Acaba de enviudar y canaliza mediante una tonelada irrefenable de sexo casual con quien se le cruce; lo intentará con Pat, pero entre ambos surgirá algo así como una amistad o apoyo mutuo.
Como se puede adivinar por su título (tanto el local como el diferente original), El Lado... tiene mucho de manual de autoayuda, ambos personajes estan en busca del rayo luminoso que les devuelva el sentido a su existencia; y eso del “rayo luminoso” es algo que se repite mucho en los parlamentos. La película, basada en una novela de Matthew Quick, habla de la necesidad de las personas por ser amados, del encontrar a alguien con quien compartir... y de los errores y obsesiones en los que podemos caer en esa búsqueda. Past y Tiffany sufren por el amor que ya no está y que quisieran tener, y no pueden ver en verdad la esperanza está frente a ellos, sólo tienen que tomarse el tiempo necesario para salir del estado en el que están, no apurarse.
No es esta tampoco una película de grandes planteos filosóficos o psicológicos, Russell creo un film pequeño, simpático y agradable, que puede mirarse todo el tiempo con una sonrisa en la cara.
Bradley Cooper puede estar frente al mejor papel de su corta (en cuanto a tiempo) pero extensa (en cuanto a films) carrera, su rol es de protagónico absoluto, y hace creíble cada una de sus obsesiones. Jennifer “estoy hasta en tus sueños” Lawrence no cumple mál con su trabajo, solamente Tiffany necesitaba de alguien menos angelical que ella, un solo teñido de negro no alcanza para demostrar un costado oscuro. En los secundarios, Wever y Robert De Niro como Solatano Sr. están simplemente perfectos, luego de varios desaciertos es un lujo ver a Bob en un camino correcto, adueñándose de cada escena en la que aparece.
El Lado Luminoso de la vida tiene como gran logro inyectar alegría aún frente a situaciones dramáticas, la esperanza que buscan los personajes se transmite al espectador. No es un film perfecto, es agradable de ver, y con eso le alcanza para hacernos pasar dos horas bastante entretenidas.