Un mundo de sensaciones
Hay películas que son como sus protagonistas. Por ejemplo, en Margaret, el film "maldito" de Kenneth Lonergan (no estrenado en Argentina como en muchas otras partes del mundo -si pueden, véanlo-), ocurre esto. Lisa -una despreocupada joven- provoca, sin querer, un accidente en el que muere una mujer. A partir de este traumático hecho, verá como su vida da un vuelco, transformándose en un ser inestable, que no puede responder los llamados lógicos del mundo que la rodea. Lisa puede pasar de la risa al llanto, de la pasión a la frialdad, del amor al odio. Es una madera que flota en el agua, sin rumbo.
El film de Lonergan adquiere esta inestabilidad y, por lo tanto, su puesta en escena se adhiere a los cambios internos de su personaje principal. El resultado es una obra maestra de la confusión, de la paranoia, de la bipolaridad. Por los mismos carriles se encuentra El Lado Luminoso de la Vida, quien comparte con Margaret un mismo modo de conectar la mente del protagonista con la película misma...